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Opinión
La columna de José Félix Azurmendi (04/06/2016)
José Félix Azurmendi
Reflexiones sobre la actualidad política, social y económica antes de zambullirnos en la campaña electoral.
Tx. Antes de zambullirnos en la campaña electoral, pura y dura, ¿hay algunos otros temas que te parezcan reseñables?
JFA. La semana que termina, con sus noticias sobre la cantidad y calidad de los nuevos puestos de trabajo, las radicales movilizaciones de los trabajadores franceses aquí al lado y en la Euskal Herria norte, los esperanzadores planes de la Volkswagen para Navarra y la ausencia de salidas para los cierres de Acelor, entre otras, se prestaba a una reflexión y debate que no se acaba de producir en profundidad. Todos coinciden en que el oxígeno de algunos datos macroeconómicos tiene que ver con factores externos y ajenos, como el bajo precio del petróleo y del dinero, y nadie parece tener respuesta creíble y estable para salir de la crisis y proponer medidas que evitarían su reproducción futura. Pero estos temas tienen poca vida en los medios de comunicación y en tiempo electoral se prestan a ser manipulados, a ser tratados por los responsables políticos e institucionales con la mirada puesta en su influencia en el voto: no es tiempo para subrayar los problemas, es tiempo de alimentar esperanzas, así sean mentirosas.
En la semana que termina, con Gipuzkoa y el tratamiento de los residuos de protagonista, se han producido movilizaciones y contrarréplicas que han venido para quedarse y proyectan motivos de movilización social y un nuevo panorama transversal de alianzas políticas. En este terreno y en otros similares como el Tren de Alta Velocidad, la izquierda nacional vasca y Podemos van a coincidir, como ya coinciden PNV y PSE-PSOE. Subrayaba ayer en Radio Euskadi el director de Deia que lo más relevante a su juicio de lo manifestado por Arnaldo Otegi en recientes entrevistas ha sido su afirmación de que los vascos no sabemos discutir con serenidad y respeto. Seguramente no seremos los vascos muy diferentes en este asunto, pero tenemos en el debate sobre el tratamiento de residuos una excelente ocasión para desmentirlo.
Tx. ¿Te parece que se está abordando correctamente?
JFA. Para empezar, lo peor que le puede suceder a la reflexión serena y respetuosa que se invoca es que tres encapuchados destrocen una excavadora y difundan orgullosos sus imágenes. Hay suficientes ejemplos de ello en nuestra historia reciente. No todo lo que se oye en relación a este debate polarizado y politizado, lleno de apriorismos y trincheras, es insensato e irreflexivo. Ahora que ETA no va a interferir, nadie puede alegar que no se puede ceder al chantaje, que hay que culminar los proyectos diseñados por las instituciones con más o menos prisas a como dé lugar. Son sensatos los mensajes de quienes sostienen que no es éste un asunto que afecte solo a Gipuzkoa y debería ser tratado desde una perspectiva nacional vasca. Puede haber consigna, prejuicio y tentación de usarlo contra el adversario político, pero el debate es real y social y nadie debería estar interesado en que no fuera sereno y pedagógico, con propuestas a corto, medio y largo plazo, que no comprometan financieramente un futuro que no está para alegrías. No es el tiempo electoral el más favorable para proponer argumentos propios y escuchar ajenos, pero tampoco para adoptar medidas irrevocables y compromisos de futuro. Cuando Podemos se abstiene ante la propuesta de Gure esku dago para consultas concretas sobre la soberanía y sostiene que eso sí debe ser consultado, pero también otras cosas del campo social, seguramente estará pensando en temas como el que nos ocupa. Mañana arranca en algunos municipios guipuzcoanos un ejercicio democrático que tendrá continuidad en otros y que ningún Delegado de Gobierno en funciones podrá impedir.
Tx. El Gobierno de España ha sido condenado una vez más por no investigar la tortura
JFA. Otegi se pregunta en Berria hoy por qué el Estado tortura menos ahora y se responde de manera equivocada a mi juicio cuando lo presenta como una conquista arrancada. La realidad es que el Estado no la necesita como cuando ETA estaba presente. Salvo algunos enfermos que pudieran estar instalados en las instituciones policiales, la tortura, amparada por la incomunicación y ampliamente consentida, era utilitaria. Cabe preguntarse si era, si fue además estructural, sistemática, sistémica, pero de momento no abundan las respuestas. Ha manifestado su indignación la magistrada Garbiñe Biurrun por la vergonzosa actitud de las instituciones españolas en este punto y ha reclamado explicaciones, a la luz de la nueva sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Otros, callan.