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Sabatina

Reflexión sobre los resultados electorales

Jose Félix Azurmendi

Radio Vitoria

Jose Félix Azurmendi reflexiona sobre los resultados electorales del 26 de junio de 2016.

Tx. Tras las elecciones generales, se impone una reflexión sobre los resultados

JFA. El comentario más repetido estos días entre nosotros es el que se pregunta por el mecanismo mental o vaya usted a saber de qué tipo que hace posible que un partido acosado por sus malas prácticas, con un liderazgo débil, fuera y dentro de casa, termine mejorando resultados electorales, afianzándose como primera opción a encabezar un Gobierno. Habrá que concluir que las otras alternativas daban más miedo a una mayoría de electores, habrá que pensar que las derechas, también en los casos más cercanos, son fieles a los suyos a pesar de los pesares; son más inconmovibles, más conservadoras que las izquierdas.

Me apunto a la tesis de que el posible triunfo de Unidos Podemos, exagerado tal vez por unos sondeos nada inocentes, el miedo a que la Unión Europea saltara en pedazos y las pensiones peligraran ha podido influir en el éxito del PP, pero no me parece explicación suficiente. Los nuestros son para muchos españoles los de siempre, los herederos del franquismo de la España una, grande y libre, y el reformado nacional-catolicismo. Y los que no son los nuestros son los separatistas, los rojos, los alborotadores, los otros, los que quieren cambiarlo todo, poner nuestra estabilidad y nuestro pequeño bienestar en peligro. No han tardado los portavoces del PP en extender la idea de que los ciudadanos ya han absuelto sus tropelías con los votos, incluyendo entre los amnistiados al ministro del Interior y a unos comportamientos que en cualquier sociedad medianamente moderna y democrática hubieran sido inaceptables, hubieran sido condenados hace tiempo social y electoralmente.

Tx. Y ahora, ¿qué?

JFA. Viene ahora el tiempo de los cortejos para conquistar apoyos que le permitan a Mariano Rajoy formar Gobierno y gobernar con cierta estabilidad. Tiempo también de desplantes, algunos de ellos seguramente provisionales. Dicen los socialistas que el PP debería priorizar la búsqueda entre sus afines de ámbito nacional y nacionalista, que presume son los partidos de derecha y centro derecha, entre ellos el PNV. Dicen los dirigentes jeltzales que ni hablar, y son muchos los que opinan que la proximidad de elecciones autonómicas así se lo aconseja. Digo yo que si, en el supuesto negado, el PNV condicionara su apoyo a la cesión al Gobierno vasco de la política penitenciaria y el compromiso de acabar con la dispersión y las políticas de excepción que todavía están vigentes, contaría con el visto bueno de muchos vascos. No falta quien dice con la boca pequeña que el PSOE y Unidos Podemos deberían buscar apoyos en Catalunya y Euskadi y conformar una alternativa a Rajoy. Sería esta mejor aceptada entre nosotros, pero los deseos de buena parte de la dirigencia histórica del PSOE están muy lejos de hacerlo posible. Vienen pues semanas y movimientos muy parecidos a las ya vividos, semanas también para que EH Bildu y Geroa bai lean correctamente los resultados y acierten con las explicaciones que den respuesta a sus descalabros.

Tx. Entre resultados electorales y Brexit se ha colado entre nosotros un tema más permanente, más viejo: la tortura

JFA. Recuerdo haber defendido ya en 1982 que si se dejaba de torturar ETA no tendría más remedio que abandonar la lucha armada, porque no podría seguir sosteniendo que nada había cambiado en España. O, lo que es lo mismo, la tortura, que a ETA mejor que a nadie le constaba como habitual y brutal, cargaba sus armas y sus argumentos y le evitaba quedar sin coberturas morales y prácticas, sin coartadas. Con el GAL y las otras guerras sucias sucedió lo mismo. El GAL, el terrorismo de Estado, alargó mucho más de lo imaginable la estrategia armada y el terrorismo de ETA, que también practicó su particular guerra sucia, como ha explicado recientemente en público Urrusolo Sistiaga. Se escuchan ahora testimonios de torturados que si ETA siguiera en las suyas no solo no se escucharían, sino que se denunciarían como afrentas e injurias a las Fuerzas de Seguridad del Estado. Dice el ministro en funciones Alfonso Alonso que no ha leído el informe sobre los miles de torturados redactado por el Gobierno vasco y ha echado mano de una recurrente explicación para negar la evidencia. Ha dicho que los militantes de ETA denunciaban sistemáticamente torturas siguiendo una instrucción de sus dirigentes, pero que otra cosa es que los tribunales lo acreditaran y que normalmente eran denuncias falsas. No es cierto que todos lo denunciaran, pero sí que no se podía acreditar: todo el sistema estaba montado para que así fuera.

Cuando en la sala de actos del Koldo Mitxelena –en su día él también torturado-, se escuchaban testimonios  terribles de boca de torturadas, Jorge del Cura, portavoz de la Coordinadora para la Prevención de la Tortura, se sintió mal, perdió el conocimiento, cayó desmayado. El 14 de enero del año 2000, mientras aportaba su testimonio en la vista de la Audiencia Nacional, cayó fulminado por un infarto el comisario de policía Jesús García García que hizo posible con su buen hacer la recuperación de los restos y la memoria de Lasa y Zabala. Sería muy injusto olvidarlo.