La columna de José Félix Azurmendi (24/09/2016)

Es hoy día reflexión: ¿aciertan los que dicen que hay mucho indeciso?

Yo creo que no. Que no se desvele a quién se va a votar, solo revela que no se quiere confesar  el destino del voto. Es hoy día de reflexión, pero también de análisis y balance de una campaña que acaba de finalizar y de la que cada quien tendrá sus propias impresiones. Son las mías que estamos ya en formatos y modos que poco tienen que ver con pasados recientes, que condicionan en exceso discursos y mensajes. Existía el riesgo de que la inédita situación del Gobierno español distorsionara una campaña distante y distinta, pero no me parece que haya sucedido así, a pesar de las frecuentes y relevantes incursiones de los primeras espadas españolas y el recurso como telón de fondo a toda suerte de ex ministros y personalidades del pasado. Ha venido Rajoy varias veces, muchas Pedro Sánchez, algunas Pablo Iglesias y Albert Rivera. Por venir ha venido hasta Carlos Solchaga, que antes que ministro socialista fue primer jefe de fila de los parlamentarios vascos, a pesar o porque era navarro. Dan por supuesto algunos que el resultado de las elecciones vascas y gallegas va a determinar el desbloqueo de la situación española, aunque es más probable que solo desbloquearán el lío en el que están atrapados los socialistas.

En esta campaña no se ha utilizado el miedo como arma electoral. Las mujeres han tenido un protagonismo creciente. Los sondeos han tenido mucha presencia y casi todos en la misma dirección, provocando una vez más el debate acerca de si sirven más de efecto arrastre o desmovilizador. No se conocen los sondeos internos, que también existen, pero todos coinciden en que el PNV ganará con holgura, que la pugna entre EH Bildu y Elkarrekin-Podemos se fallará a favor de los primeros, que el PSE-PSOE obtendrá mejores resultados que los pronosticados, que el PP ahondará su camino hacia la marginalidad, que Ciudadanos es a casi todos los efectos UPyD. A la hora de hacer los cálculos en escaños, parecen olvidar algunos que al haber un contendiente poderoso más en liza, ninguno va a mejorar resultados anteriores. Desde pasado mañana, además de la digestión de resultados, dará comienzo el juego de apoyos y alianzas en un Parlamento nuevo que hará olvidar el papel anodino de otros anteriores. Y un apunte final: las poderosas centrales sindicales abertzales se han hecho sentir en la campaña, lo que bien podría anunciar un propósito de mayor presencia y presión social en el nuevo escenario  político.

Tx. ¿Algo fuera de lo electoral que haya llamado tu atención?

JFA. Se dice de las declaraciones del Ministro del Interior acerca de que algunos quieran ganar la guerra civil cuarenta años más tarde que son imprudentes, fuera de lugar, impropias. A mí me parece por el contrario que son muy propias y reveladoras. Casi deberíamos felicitarnos por tener un ministro tan transparente que verbaliza y hace público lo que mucha gente en la familia de los ganadores y sus sucesores piensa. Los bienpensantes dicen que algo así sería inimaginable en Alemania e Italia en relación a sus fascismos olvidando que aquellos fueron derrotados y que en España, lejos de serlo, fueron ellos los que aprobaron una Transición y un relato a su conveniencia. También fueron transparentes y reveladoras aquellas declaraciones de Jaime Mayor Oreja sobre la placidez con la que se había vivido el franquismo.

A muchos de los herederos y beneficiados de la victoria franquista les resulta incómoda la devolución de los restos de dos insignes golpistas a sus familiares, les resulta incómodo que se investigue el paradero de miles de desaparecidos y se ponga en marcha un banco de ADN que ayude a identificar al millar de navarros enterrados en cualquier sitio, porque tras las recuperación de los cuerpos enterrados viene la recuperación de un relato incómodo que se pretendía cerrado, amnistiado y amnesiado.