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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (11/11/2017)

Reflexiones sobre el inacabado Proceso de Catalunya y el Día de la Memoria; día para recordar a todas las víctimas de la violencia y el terrorismo

Tx. Un capítulo más del inacabado Proceso de Catalunya, supongo

JFA. Como todo el mundo sabe ya, lo último en efecto de este inacabado asunto es que los integrantes de la Mesa del Parlament han pasado por el Tribunal Supremo y que las medidas aquí adoptadas son sensiblemente diferentes a las que tomó la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela. Huelga decir que todo esto es provisional, a la espera de los juicios que tendrán lugar en su día, pero de momento se observan criterios distintos entre tribunales, que en ninguno de los casos debe entenderse como que los nuevos sean benévolos para con los acusados.

La argumentación del auto del magistrado Pablo Llarena Conde parece dar por bueno, entre otras cosas, lo que la Fiscalía defiende en relación a que puede haber violencia cuando se hace ostentación de una fuerza y se muestra la disposición a usarla. Daría por bueno que en las movilizaciones del Procés se observaba un violento germen que arriesgaba expandirse, a modo de espoleta de una eventual explosión social, una violencia coactiva para la consecución de sus fines: son palabras textuales. Como era evidente que los encausados, lejos de apelar a la violencia, insistieron una y otra vez en no caer en ella, no es exagerado deducir que la justicia se está poniendo la venda antes que la herida y está juzgando supuestos, lo que no parece propio de una que se precie.

En relación con la resolución del juez, una observación al margen: sabiendo que la presidenta Forcadell depositaría la fianza que se le requería para evitar la prisión unas horas más tarde, ¿era preciso internarla en la cárcel, no hubiera sido más –iba a decir- humano que durmiera en un hotel bajo vigilancia policial? Pero en este caso y como en los que se han observado en la práctica totalidad de la prensa española, ha quedado la impresión de que se quería humillar a la víctima, actuar de manera vengativa.

Tx. ¿Por qué dices eso de la prensa?

JFA. Es lo que se deduce de muchos de sus titulares y editoriales, que resume bien el que me ha parecido más vergonzoso: “Al fracaso acaban de añadir el deshonor”, como si argumentar e incluso mentir para eludir la prisión fuera deshonroso y no fuera hasta un derecho del imputado aceptado por el sistema. Ha habido mucho interés por parte de una prensa españolistamente militante en subrayar que Forcadell acata el 155, acata la Constitución, reniega de la secesión, se desdice; afirma ahora –asegura esta prensa- que solo se trató de una declaración simbólica: es una cobarde, además de renegada.

Es La Vanguardia, un diario muy lejos de ser secesionista, el que ha denunciado que circulan por la Red falsos textos, bulos ha dicho, sobre las palabras de la ex presidenta del Parlament ante el juez, elaborados a partir del auto real. La supuesta resolución judicial, difundida incluso por algunos periodistas -subraya La Vanguardia-, asegura que Forcadell habría admitido “la legalidad constitucional vigente en España” y se habría comprometido a no “volver a incurrir en acciones” que “exalten, promocionen, estimulen o enaltezcan los deseos de independencia de una minoría”; que se habría sentido totalmente “arrepentida”, además de que “reniega completamente de desear la soberanía de la región autónoma de Catalunya”. Todo esto es falso, se trata de un montaje, lo que dijo en su última palabra de la declaración, según el auto verdadero consultado por La Vanguardia, es que acata o asume la aprobación del 155, renuncia a vías unilaterales y reivindica medios exclusivamente pacíficos.

Tx. Por aquí, más cerca, ayer era el día de la Memoria, un día instituido para recordar a todas las víctimas de la violencia y el terrorismo

JFA. Una jornada para el recordatorio que en el acto del Parlamento Vasco reunió  a representantes de todos los partidos políticos, con la excepción del Partido Popular. Su presidente, Alfonso Alonso Aranegui, lo justificó en que EH Bildu lo utiliza para blanquear el pasado con un relato falso sobre la existencia de dos violencias. El escenario elegido por el PP para su conmemoración fue el de la Plaza San Ignacio de Algorta, ante  una escultura que recuerda a las víctimas de ETA, frente al Consistorio de Getxo en el que fue alcalde José Antonio Aguirre y a tiro de piedra de la casa de su familia, incautada por décadas. Muy cerca también, junto a las grandes mansiones de Neguri que miran al mar, se yergue mudo ahora un monolito al que se le borraron nombres y honores de los vecinos Caídos por Dios y por España.

No es casual ni gratuito que el PP elija Getxo para este tipo de recordatorios, pero debería tomar en cuenta también que la memoria del dolor en el municipio no empieza ni se limita al tiempo de ETA.