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Crónica de Euskal Herria

José Félix Azurmendi nos relata su crónica de Euskal Herria

José Félix Azurmendi analiza la actualidad en su crónica de Euskal Herria

  • 7:27 min
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Tx. Final de mes y de año: ¿te animas a un balance?

JFA. Llegados a este punto de la semana, del mes y del año, y un día después de los Santos Inocentes, he de confesar que no se me ocurre nada llamativo que comentar sin salirnos de nuestros territorios y nuestras vivencias más directas. Hemos escuchado a nuestras autoridades elogiar la estabilidad de nuestras instituciones como cualidad más preciada, lo que se traduciría en un conservador que me quede como esté y que no me metan en sus líos ni vecinos ni extraños. Con mayor o menor habilidad, los que encabezan instituciones políticas no suelen decepcionar a la hora de hace balances satisfactorios de sus gestiones y de atribuirse el protagonismo en los buenos resultados, sobre todo si, como ahora, hay elecciones a la vuelta de la esquina.

Que digan ellos que nos va bien, especialmente en comparación con otros, es lo normal y, además, en este final de año diría yo que hasta fácil de vender. Nada sorprendente pues. En cambio, sí son sorprendentes las confesiones de la patronal vasca, a través de su presidente Roberto Larrañaga, cuando anuncia que hemos salido de la crisis, que en 2019 la economía vasca crecerá un 2,5%, se generarán 14 mil empleos, la tasa de paro se situará en el 7,5%, en línea con la zona Euro. Tal franqueza y optimismo no ha sido lo habitual en los portavoces de la patronal, que siempre, hasta en los momentos de mayor crecimiento, apelaban a la necesaria prudencia, porque nunca se sabía qué depararía el futuro en un mercado tan volátil como el actual. Se oye hablar cada vez más a menudo del oasis vasco, de su estabilidad y seguridad, de su saneada economía, y hasta climatología y lotería parecen haber querido en esta ocasión sumarse a la fiesta de celebración.

Tx. Percibo crítica en este florido balance

JFA. Percibes bien, porque esta placidez no equivale necesariamente a ausencia de problemas y sí tal vez de objetivos o energías tras años convulsos y desgastadores para encarar el futuro de una sociedad con proyecto propio. Sin pretender aguar la fiesta a nadie, a la hora de hacer balance de un año sería honrado recordar también que el autogobierno de los vascos sigue dependiendo del Estado, sus instituciones y su Gobierno, que se siguen negando las transferencias reconocidas hace cuarenta años, que la bilateralidad solo funciona cuando la extrema debilidad del Gobierno central lo requiere. Y lo que llega del sur no anuncia nada bueno en esta dirección. Y lo que hay y se espera de Catalunya nos afecta directamente, aunque queramos hacernos los distraídos.

La pregunta de la corresponsal de ETB en Madrid al presidente Sánchez sobre el calendario de traspasos pendientes prometido para antes de fin de año fue respondida ayer, con mucha amabilidad eso sí –“gracias Amaia”, por recordármelo-, manifestando su “vocación” para cerrarlo en los próximos meses, para “la mayoría” de ellos. La respuesta, suponiendo que tal fuera, no debió tomarle por sorpresa al portavoz del Gobierno Urkullu, Josu Erkoreka, que ya de víspera se había manifestado resignado a esperar el calendario para el año que nace, que debió pensar que los tiempos no están para hórdagos y respuestas contundentes. Y verdad es que la coyuntura política tiene poco de estable, que hay señales de que es susceptible de empeorar y nuestro oasis no lo va a tener fácil para mantenerse al margen. No se trata de amargarle las uvas a nadie, pero tampoco de cerrar los ojos a esta “volátil” realidad.

Tx. Alguna otra reflexión para terminar

JFA. Una navideña, inocente y bien intencionada foto del diario de referencia en Gipuzkoa está sirviendo, una vez más, para que buena parte de los medios de comunicación españoles saquen a pasear sus peores pasiones. Que un hijo de Fernando Mújica se dé de baja en el PSOE porque Idoia Mendia se haya dejado fotografiar entre fogones con Arnaldo Otegi, y con Andoni Ortuzar y con Lander Martínez, hubiera sido recibido entre nosotros sin sorpresa, después de que su hermano ya lo hubiera hecho antes, y no hubiera merecido mayor atención, pero la exagerada e interesada reacción de buena parte de los medios de comunicación españoles nos está obligando a reexaminarlo con preocupación.

El último superviviente del Batallón Gernika, aquel que organizó el Gobierno de Aguirre para combatir a los nazis y contribuir al derrocamiento de Franco, el navarro Paco Pérez Lusarreta, ha fallecido esta semana. En 2015, EiTB se ocupó de su figura y recogió unas lúcidas palabras suyas a modo de legado que debería ser tomado en cuenta: “El enemigo de la memoria no es el tiempo, sino el silencio”. Que el 2019 nos sea leve, y clarificador.