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CRÓNICA DE EUSKAL HERRIA

¿Se puede dar ya por conformado el nuevo Gobierno español?

Artículo de opinión de José Felix Azurmendi en el programa "ALGUIEN TE ESTA ESCUCHANDO" de Radio Vitoria

  • José Felix Azurmendi

    José Felix Azurmendi

    9:57 min
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Faltan tres por conocerse, entre ellos el que deberá tratar las cuestiones territoriales. Se conocen ya tres ministros vascos en el nuevo Gabinete de Pedro Sánchez, lo que ayer se difundía en nuestros medios de comunicación como si fuera motivo de regocijo para nosotros. Son estos Fernando Grande Marlaska Gómez y María Isabel Celaá Diéguez, que repiten, y María Aranzazu González Laya, una tolosarra que dice conocer cinco idiomas, entre ellos euskera, pero que se tenía por bicho raro desde cría porque “en Tolosa era la que hablaba castellano en casa”. Luego siguió siendo un bicho raro, en Ginebra y por todo el mundo, pero por otros motivos, según reconoció en una entrevista que hace unos años le hizo Naiara Galarraga para El País. Celaá vive entre nosotros, pasea por donde sus vecinos, ha hecho el esfuerzo de conocer el euskera. Grande Marlaska ha vivido en Getxo, pero no creo que se tenga por raro por no saber una palabra de nuestra lengua. Estos son los tres ministros vascos en el nuevo Gabinete de Sánchez, pero sin el peso que tuvieron antes los Corcuera, Solchaga y otros ministros vascos en Gobiernos socialistas y que ya sabemos cómo ejercieron su vasqueidad. Lo de estos tres no me resulta, he de reconocerlo, especialmente emocionante.

Se han filtrado pues los nombres de casi todos los viceministros y ministros. Por primera vez, un matrimonio compartirá la larga mesa del Consejo de Ministros: será legítimo pero estético no es, y menos en una pareja de izquierdas, y seguramente tampoco muy inteligente. Entre los otros hay de todo, y todos con buenos expedientes académicos y sin trapos sucios que esconder. Y hablando idiomas, que cuenta mucho hoy. La mejor noticia, la presencia de Manuel Castells Oliván, un lúcido investigador y analista de nuestra sociedad, un intelectual comprometido, engagé en la mejor tradición de aquellos filósofos y sociólogos de los sesenta, cuando el compromiso tenía buena prensa. Dicen de él que fue quien animó a Pedro Sánchez a recorrer España y hacerse con el control de las bases de un partido que hubiera podido terminar de lo contrario, como otras formaciones socialdemócratas contemporáneas, en la insignificancia. Lo que este Gobierno tiene por delante es muy complejo, muy complicado, muy incierto: cuenta a su favor con la forzada cohesión que sus desaforados oponentes le van a exigir.

Escribía ayer Francisco Letamendia, aquel diputado de la izquierda abertzale que inmortalizó puño en alto el Gora Euskadi Askatuta, que la actitud de las derechas los días 7 y 8 de enero  ha sido de un hooliganismo lindante con el fascismo, con abandonos de la sala o ensañamientos grotescos de espaldas al orador, con gritos, interrupciones e insultos; todo ello precedido de prácticas mafiosas tales como intentos de compra de candidatos para que cambiaran su voto o amedrentamientos físicos, tanto más brutales cuanto más indefenso se encontrara el parlamentario presionado. Ha recordado Ortzi que, en tiempos mucho más duros, cuando él hablaba en el Congreso se le escuchaba con respeto, salvo en una ocasión en la que tuvo una enganchada con Manuel Fraga. También a Jon Idigoras se le escuchó respetuosamente. ¿Qué ha cambiado, el personal, o las circunstancias? ¿Acaso la correlación de fuerzas?

 Es hoy un día de movilizaciones por los presos de ETA...

JFA. Después de oír la respuesta de Aitor Esteban a la pregunta que le hicieron ayer en ETB, no me queda duda alguna de que el asunto de los presos de ETA no está entre las prioridades a tratar con el nuevo Gobierno español. A su entender, lo esperable es que se sigan produciendo aproximaciones a Euskadi, tantaka –la entrevista era en euskera-, gota a gota, cuenta habida de las sensibilidades y presiones que existen sobre el particular en sectores de la sociedad y los medios de comunicación españoles. Esteban ha recordado, a preguntas del periodista, que tampoco EH Bildu ha debido hacer de esto cuestión, puesto que ha reconocido haber facilitado la investidura de Pedro Sánchez musutruk, es decir, gratis et amore, pero sin beso, añado yo. Cuando los presos estén lo suficientemente graves como para sacarlos de la cárcel para que mueran en sus casas, el problema estará resuelto, si es que de verdad se trata de un problema para alguien más que para sus familiares y amigos, que deben tener la misma sensación de abandono e indiferencia social que tuvieron en su día los acosados por ETA. En ambos casos, se podría explicar en que el enfrentamiento habido en nuestra sociedad nunca tuvo carácter general y no fueron pocos los que pudieron asistir como espectadores, sin implicarse ni sufrirlo, a las consecuencias más crudas del conflicto. Hoy, en Baiona y Bilbao, un año más, un enero más, decenas de miles de personas de todas las edades recorrerán sus calles para exigir que se respetan los derechos de los presos de una ETA que hace años que no existe. No servirá para sacar de prisión a los que ya deberían estar fuera, no servirá para acercarlos a sus familias, pero sí para visibilizar una vez más la solidaridad de unos y la insensibilidad vengativa de otros.

¿Algún apunte final?

JFA. Sin oposición interna que se sepa, Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar serán propuestos para presidir de nuevo los cargos que ostentan una vez concluya el largo proceso que apenas comienza para la renovación del partido. No es sencillo el modelo del PNV para elegir a sus candidatos, no es el habitual, y no siempre ha sido un proceso sin maniobras. Los jeltzales viven hoy un tiempo calmo, demasiado a juicio de algunos, y administran las mayores cuotas de poder en toda su existencia. Ese es su éxito, y también su riesgo como formación vocacionalmente reivindicativa. Como novedad más visible para todos, la consolidación y el protagonismo de Aitor Esteban, su representante en Madrid, como un valor en alza al que se augura un papel importante en casa. Tiempo al tiempo.