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JOSÉ FÉLIX AZURMENDI
Crónica de Euskal Herria, 26 de diciembre
José Félix Azurmendi analiza cada semana en Crónica de Euskal Herria la actualidad. En su sabatina, resume los acontecimientos que han marcado la semana.
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José Félix Azurmendi
9:18 min
La información sobre la pandemia no se ha librado en esta semana de finales de año de la compañía de las consabidas campañas para animar a consumir hasta agotar la extra de navidad, hasta agotar la paciencia de televidentes y radioyentes. Ni las dolorosas consecuencias de la peste, ni las excepcionales medidas que para moderarla se han arbitrado, han podido con las loterías, los seguros de vida, los bombones, las cremas embellecedoras, los perfumes. Si no sabe qué hacer con esos euros que le sobran, ya le diremos nosotros en qué gastarlos parece la consigna, disfrazada ahora por añadidura como un beneficio económico colectivo. Si no sabe qué regalar, ya pensamos nosotros por usted. Cualquier cosa, menos empezar a pensar en una sociedad post virus más razonable, más solidaria, más humana, que es lo que la coyuntura aconsejaría para construir la nueva normalidad. En medio de tantos chicos y chicas guapísimos y anuncios de alta calidad técnica y artística y realmente sugerentes, la información sobre la llegada testimonial de las vacunas se ha hecho un hueco informativo que no ha hecho sino empezar y que nos acompañará durante meses. Hemos pasado de unos días templados a otros fríos desapacibles, que también contribuirán a que nos quedemos más tiempo en casa, que es lo que toca.
No tiene ya el valor que tuvo lo de que no hay nada más viejo que un periódico del día anterior, pero hay asuntos que todavía no adquieren toda su relevancia hasta que se imprimen y ayer fue uno de esos pocos días al año en los que no hay periódico, porque la víspera no trabajan los que lo hacen posible. Es el de hoy pues un no diario más reposado de lo habitual, pero con pocas sorpresas seguramente, o sea, con pocas noticias. Hablarán de la climatología, de la pandemia y del seguimiento de las normas dictadas, del Brexit, y del discurso de Felipe VI, sobre todo de esto, cuando todo el mundo sabía, o debía saber, que no daría para mucho, como de costumbre, y de que les parecía bien o muy bien a unos, y mal o muy mal a otros. Sin sorpresas pues, y con la constatación una vez más de que la línea editorial de los medios de comunicación es muy previsible y de que la opinión pública vasca difiere notablemente de la española. El rey habló 13 minutos y solo se recuerda lo que no dijo sobre su padre, aunque esa ausencia bien se podría resumir en que decía haber tomado nota y prometía portarse bien, no como papá.
La prensa más sensible a estos asuntos lleva días publicando interesantes entrevistas con José Antonio Urrutikoetxea, la voz masculina que oficializó el fin de ETA. Junto al comprensible deseo del entrevistado de legar la versión por la que le gustaría ser recordado y juzgado, hay datos que aportan elementos de primera mano que sirven para colaborar a un relato muy maltratado del conflicto vasco. Habrá que hacerse a la idea sobre el particular de que, a falta de una historia rigurosa con la verdad de unos y otros, deberemos recurrir a las historias de quienes las protagonizaron para construir el relato más convincente. Se observa en las declaraciones de Urrutikoetxea un deseo claro por reivindicar su temprano pasado mili, de ETA militar, recordar a sus compañeros de viaje de primera hora, además de dejar constancia de sus desacuerdos con la dirección de ETA en su última etapa, especialmente cuando explica que era 2005 el momento en el que se debió parar y por qué no fue posible. Tal vez porque las entrevistas son en euskera o porque la otra prensa no está para matices ni justificaciones, sus declaraciones, con apariencia de legado en ocasiones, están pasando relativa e injustificadamente inadvertidas.
Junto a reflexiones casi obligadas acerca de que con el fin de ETA no ha acabado el problema, que no se trata sino de una fase y que le corresponde ahora a la izquierda abertzale y al pueblo tomar las riendas y el protagonismo de la lucha, a Urrutikoetxea le traiciona el vanguardismo que acompañó al “erakunde”, a la organización, a ETA, en todas sus etapas, al decir que en adelante no hay brújula que valga, “orain zuek zarete subjetuak”, ahora vosotros sois los sujetos, los protagonistas. Hay más doctrina en las entrevistas, pero esta es a mi juicio una de las más importantes para entender el papel que la dirección de ETA se atribuyó siempre, obstaculizando si no impidiendo el protagonismo político que le debía haber correspondido a la izquierda abertzale.
Para terminar, la sabatina y el año, una referencia a la aportación de Julen Mendoza, el que fue alcalde de Rentería, escrita para el compromiso social con la construcción de la convivencia, que presentó en octubre al Foro Social y que bien valdría la pena considerarla en su integridad pero de la que aquí solo podemos mencionar algunas ideas. “Utilizamos en tiempos de construcción de la paz y la convivencia las lógicas y los discursos de un tiempo de violencia. Hemos sustituido la palabra la razón por la palabra el relato”. “Creo que Patria y su polémica representan claramente lo que está ocurriendo en este país: que no somos capaces de abrirnos a entender por qué la otra persona percibió las cosas de la manera que las percibió. Estamos más preocupados en intentar convencer que en intentar comprender”. “El problema se encuentra en que eso, que en principio se sitúa en el ámbito de la ética, se traslada al ámbito de la política, a una batalla permanente del relato. (…) Y el lenguaje, que debiera de ser la herramienta para construir la convivencia democrática, se convierte en el impedimento para la construcción de la memoria crítica. De ahí la necesidad de desarmar el lenguaje”.
Para terminar le he robado las ideas a Julen Mendoza, porque me parecen impecables y porque afectan y sirven especialmente a los que tenemos el privilegio y la responsabilidad de acceder a las tribunas de los medios de comunicación. ¡Que 2021 nos sea leve!