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ESCRITO EN EL AIRE
'La mujer ha podido con el tiempo usar tanto el pantalón como la falda'
Patricia Escudero reflexiona sobre el uso de la falda.
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3:33 min
Habituales son las polémicas sobre sexismo lingüístico y el uso más o menos extendido de la duplicación de sustantivos masculinos y femeninos. Algo que, para sus detractores…detractoras…resulta además de pesado incorrecto argumentando, como si el origen de las reglas gramaticales fuera divino, que en la lengua ya está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, Son las mismas personas que ven en la feminización de sustantivos o en la alusión explícita a ambos sexos, más un asunto de corrección política que de corrección lingüística. Pero es precisamente en el ámbito político donde la ambigua interpretación de los sustantivos masculinos ha contribuido a que los derechos hayan tardado tanto en llegar a ser universales. Por poner un ejemplo, la Constitución de los Estados Unidos de 1776, el primer país en reconocer a sus habitantes el estatus de ciudadanos, especificaba en su preámbulo que todos los hombres son creados iguales y con una serie de derechos inalterables. Ciudadanos y hombres, sustantivos, masculinos, ambos en plural pero no por ello genéricos ya que se dejaba de lado a los esclavos negros y a las mujeres. Tampoco fue mejor, en lo que a ciudadanía se refiere, el documento que 13 años después emana de la Revolución francesa: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La participación femenina en el éxito de la Revolución fue fundamental, muchas mujeres se involucraron y algunas incluso, llevadas por la emoción, también se animaron a vestir con orgullo el pantalón revolucionario. Sin embargo poco tardaron en constatar que la libertad, la igualdad y la fraternidad eran sólo para hombres. Masculino, plural, no genérico. Una estafa.
Para las mujeres no hubo ni pantalones ni acceso a la política, lo que hizo que ambas aspiraciones estuvieran estrechamente relacionadas. El pantalón se convirtió en objeto de deseo, ya que simbolizaba una masculinidad envidiable, libre, poderosa y políticamente activa. Había que ir a por ello y a por ello fueron. Y aquí está, entre nosotras y nosotros como de toda la vida. La mujer hizo realidad primero sus aspiraciones políticas y tras ellas también las indumentarias, y aunque con mucho esfuerzo y terrible presión social, pudo con el tiempo utilizar sin problemas tanto la falda como el pantalón. Una libertad que los hombres no poseen, ya que vetada tienen una prenda cuyo uso no se ansía porque no se identifica con nada que ellos puedan anhelar. Las faldas, escocesas aparte, siguen siendo exclusivamente femeninas Faldas, que según “larguras o apreturas “, no se desprenden del todo de su connotación sexual, sea o no sea ésta la pretensión de quien las luce y cuya imposición más o menos velada en determinados colegios o empresas, pone en evidencia inquietantes prácticas sexistas. Y ha sido en Francia, el mismo país que puso de moda el pantalón revolucionario, donde los estudiantes, para reivindicar la igualdad y luchar contra el sexismo, se han vestido con faldas, ellos y ellas. Ya lo habían hecho años atrás, con más polémica que éxito, pero inasequibles al desaliento han vuelto con renovados bríos, y proponiendo además crear el día nacional de la falda. Faldas para todos los hombres! Masculino, plural…. genérico.