Vascos por el Mundo
VASCOS POR EL MUNDO
Bali: seis vascos que han hecho de sus vidas el sueño de muchos
L.A.
EiTB
Jose, Ion, Mónica, Eduardo, Dirk y Antxon son seis vascos que decidieron afincarse en Bali tras quedarse atrapados por su belleza. Hoy, comparten su mochila llena de experiencias con nosotros.
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Jose, Ion, Mónica, Eduardo, Dirk y Antxon
Bali es la más famosa de las 17.000 islas de Indonesia. Sus playas, sus templos, la comida y la eterna sonrisa de los balineses lo sitúan entre los destinos turísticos más demandados a nivel mundial. Por eso Roberto Vázquez ha querido conocer a los vascos que decidieron hacer las maletas con un billete sólo de ida hasta Bali, una isla a 13.000 kilómetros de casa y que apenas tiene el tamaño de dos veces Araba.
El surf es uno de los grandes atractivos y a sus olas casi perfectas se le añade que el hecho de que el agua del mar rara vez baja de los 25 grados. En ese mar se esconden, además, tesoros submarinos para los aficionados al buceo o al snorkel. Sin embargo, cuando el viajero se aleja de la costa descubre otro Bali completamente diferente, pero igual de interesante. Se pasa del azul del mar al verde de la selva, en la que encontrar arrozales dispuestos en terrazas y más de 10.000 templos hinduistas que dejan al visitante con la boca abierta.
La colorida cultura balinesa se aprecia en las multitudinarias ceremonias que se celebran en los templos más importantes, en las danzas tradicionales y en las ofrendas diarias realizadas en pequeños platos que pueden encontrarse hasta en los lugares más recónditos.
Y desde luego es imprescindible disfrutar de la gastronomía típica. El arroz y la verdura son la base de casi todos los platos, pero la estrella es, sin duda, el pato, sin olvidar el pescado que cada día llega a los puertos balineses.
Nuestros vascos en Bali
Jose tiene 57 años y lleva cinco en Bali, pero en Indonesia toda una vida. Es bilbaíno entre bilbaínos y a cada mínima oportunidad que tiene reserva un vuelo para pasear por las Siete Calles o acercarse hasta su amada playa de Laga. Sin embargo, es muy feliz en Bali donde dirige el restaurante Akua de Bilbao. No podía tener otro nombre... Vive pegado al mar (en Jimbaran Beach) junto a su mujer, Nini, a la que conoció en Jakarta hace 24 años. La familia la completan Inés y Laura, las niñas de sus ojos.
Ion, es cocinero del restaurante Akua de Bilbao de Jose, y está también encantado en Bali. Se fue allí porque quería vivir y en Euskal Herria solo trabajaba. Se vuelve un poco loco tratando de buscar cada mañana el mejor pescado y carne para preparar entre otros, atún con pisto a la bilbaína o chuletón.
A Mónica -donostiarra- el mar también le da la vida, pero en su caso busca olas que cabalgar con su tabla de surf en la playa de Balangan. A sus 44 años, tuvo claro desde que visitó Bali por primera vez trabajando como azafata de vuelo que algún día viviría en la isla. Lo hace desde hace seis años y disfruta al máximo de un buen tiempo que es lo único que cree que le faltaría a Donostia para ser un lugar perfecto para vivir.
También surfeando es donde resulta más probable encontrar a Eduardo, un getxotarra de 43 años que decidió dejarlo todo para cumplir el sueño de vivir en un lugar que para él es el paraíso. Trabajaba como ingeniero comercial hasta que un día pensó que su vida estaba dentro de la "Matrix". Por eso, hace seis años dio un giro de 180 grados y se marchó hasta la otra punta del mundo. Siendo su pasión el surf, se veía venir que acabaría dirigiendo un pequeña tienda -llamada Balitubes -dedicada a este deporte.
Dirk es de Algorta y tenía, como diría su madre, la vida resuelta laboralmente. Sin embargo, necesitaba romper una rutina que no le llenaba. Conoció a Elo, que ahora es su mujer, y decidieron dedicar unos meses a recorrer Asia. Empezaron por Bali y la isla les atrapó. Ya llevan cuatro años allí, en Canggu, fabrican motos clásicas y no hay fecha de vuelta. Con 45 años, ni siquiera el nacimiento de Thiago hace año y medio le ha hecho plantearse hacer las maletas.
Antxon es un donostiarra de 54 años que se ha hecho a sí mismo en varias ocasiones. Hace casi tres décadas que pisó Bali por primera vez buscando sus famosas olas. Decidió quedarse y empezó una nueva vida, que sufrió un antes y un después por culpa del atentado que sacudió la isla en 2002. Regresó un tiempo a Donostia, pero su sitio ya estaba en Bali. Ahora vive en la diminuta isla de Gili Air, donde regenta Ardi Beltza, un pequeño hotel de bungalows donde disfrutar de un entorno de ensueño.