Desde el inicio de la pandemia hace ya más de un año, el mundo parece paralizado. El coronavirus centra la atención mediática y poco o nada se habla de otras problemáticas que estaban ahí y que siguen estando ahí. No solo se muere de covid. Desgraciadamente también hay defunciones por infarto, ictus, cáncer, accidente o suicidio, por citar solo algunas.

En el mundo se registra un suicidio cada 40 segundos según la OMS. 1896 personas perdieron la vida en accidentes de tráfico en el Estado en el año 2018, frente a las 3539 personas que murieron por suicidio (se trata de los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, INE). Esa fuente revela que en la Comunidad Autónoma Vasca fueron 163 y 39, en Navarra (59 y 33 en accidentes de tráfico respectivamente).

Hay que tener en cuenta que en ese apartado solo se contabilizan los suicidios confirmados. Pero se cree que pueden ser muchos más los que figuren en otros apartados (accidentes o intoxicaciones, por ejemplo). Es más, el suicidio es la primera causa de muerte no natural en el Estado. Detrás de cada muerte hay muchas personas afectadas y mucho sufrimiento.

LA PANDEMIA, OTRO FACTOR

Y la pandemia de la covid-19 ha generado, precisamente, sufrimiento, miedo e incertidumbre entre la población y eso se ha traducido en muchos casos en despidos, desempleo y por consiguiente menores recursos económicos. Jon García Ormaza, médico psiquiatra del Hospital de Zamudio y doctor en Neurociencias por la UPV/EHU, advierte que “la pérdida del estatus socioeconómico previo puede actuar como un importante precipitante de conductas suicidas en personas vulnerables con otros factores de riesgo”. Esas personas –añade- “podían considerar el suicidio como una posibilidad de salida de una situación insoportable”.

El psiquiatra recuerda que “las personas que mueren por suicidio no quieren morir, lo que desean es acabar con un sufrimiento intensísimo e insoportable para el que no ven otra salida”.

Asimismo, considera que el aislamiento social debido a la pandemia y al confinamiento “ha podido incrementar el sentimiento de soledad no deseada y también dificultar la detección y prevención de episodios depresivos y/o conductas suicidas”.

García Ormaza reconoce que sí se ha detectado “un incremento de sintomatología ansioso-depresiva” relacionada directa o indirectamente con la situación pandémica y la incertidumbre social y económica generada por ésta.

De todas formas, opina que a pesar de las señales que están percibiendo todavía es “pronto” para advertir los efectos. En opinión del profesional sanitario, y teniendo en cuenta lo sucedido en otros desastres naturales, conflictos armados o crisis económicas, “es a medio plazo cuando la incidencia de muertes por suicidio puede incrementarse, sobre todo entre las personas con más factores de riesgo”.

Siguiendo la misma línea mostrada por su homólogo García Ormaza, Edorta Elizagarate Zabala, jefe del Servicio de Psiquiatría de la Red de Salud Mental de Álava, ha observado un aumento de las consultas especialmente en la franja infanto-juvenil. Ha argumentado que esto sucede “porque es precisamente una de las poblaciones en las cuales el confinamiento y el aislamiento han tenido más impacto”.

En respuesta a la pregunta de los posibles efectos de la pandemia en la salud mental general de la población, el doctor Elizagarate asevera que no hay estudios muy fidedignos al respecto. Es más, ha criticado la existencia de “mucha literatura, mucha hipótesis, mucho dato no contrastado” incluso desde la propia Psiquiatría. “La extrapolación de esos datos a un contexto de población hay que hacerlo con mucha prudencia y mucha prevención”, ha advertido.

Respecto al concepto de fatiga pandémica, piensa que es un concepto de salud pública que se ha trasladado al ámbito de la Psiquiatría. Ha destacado que todos podemos tener síntomas, pero que eso no significa que todos estemos deprimidos. Va más allá y ratifica que el ser humano tiene mucha capacidad para “no estar en una especie de marasmo emocional”.

PREVENCIÓN Y POSTVENCIÓN* DEL SUICIDIO

Pese al desbordamiento de la Atención Primaria, Jon García Ormaza afirma que durante la pandemia, de la misma manera que se venía haciendo previamente, desde los ambulatorios se contacta con Salud Mental cuando se necesita un abordaje especializado. Ha declarado que la consulta puede ser no presencial -más rápida- o presencial. En ese último caso se puede establecer su carácter normal, preferente o urgente, “lo que evita las esperas prolongadas y posibilita una asistencia más rápida”.

Jon García Ormaza anima a cualquier persona que presente, o detecte en una persona de su entorno, sintomatología compatible con tristeza, desesperanza, disminución de la capacidad de sentir placer, o pérdida de vitalidad significativa, pedir una valoración de su médico de cabecera. Ha detallado que “en casos de evolución complicada, recurrencias o factores de riesgo añadidos” el médico de Atención Primaria derivará el caso a un Centro de Salud Mental, para la valoración y abordaje por parte de un psiquiatra.

En todo caso, tiene claro que los trastornos depresivos pueden tratarse eficazmente con “tratamientos farmacológicos, fundamentalmente medicamentos antidepresivos, y diversos abordajes de psicoterapia”.

*Postvención: toda actividad desarrollada por, para, o con, las personas supervivientes de un suicidio

Desde la asociación de personas afectadas por el suicidio de un ser querido, Biziraun, denuncian que a día de hoy “Osakidetza no dispone de un recurso específico” destinado a este colectivo. Fuentes de la asociación aseguran que de hecho cuando una persona que ya venía siendo atendida por Osakidetza fallece por suicidio, no hay un protocolo estandarizado para atender a la familia.

El pasado 3 de junio de 2019 el Departamento de Salud del Gobierno Vasco presentó la Estrategia de Prevención del Suicidio donde se contemplaron 57 medidas a desarrollar en nueve áreas. Desde Biziraun subrayan que ninguna de las dos medidas relacionadas con la postvención se ha desarrollado.

Preguntados por el efecto de la pandemia, fuentes de Biziraun afirman que desde que empezaran a registrar a las personas que contactan con la asociación sí que han notado “un aumento de solicitudes de ayuda durante los últimos meses”. También han reconocido dificultades para atender de manera presencial a las personas que han contactado con la asociación debido a las restricciones de movilidad y las normas sanitarias vigentes. No obstante, añaden que han mantenido la actividad de los Grupos de Ayuda Mutua, pero que las últimas sesiones han tenido que ser online y que no han podido llegar a todas las personas que lo han requerido.

“Acoger y atender a una persona que ha perdido a un familiar por suicidio, requiere de una actitud, empatía y cercanía que difícilmente se pueden conseguir a través de la pantalla de un ordenador y sin tener la posibilidad de acercarte o de tocar a alguien”, puntualizan desde Biziraun.

MITOS y FALSAS CREENCIAS

  • ¿Quieren morir? No. Las personas que se quitan la vida no quieren morir. Lo que desean es dejar de sufrir y no ven otra solución.
  • ¿Sufren algún trastorno mental? No es cierto que todas ellas sufran un trastorno mental. Se trata de un factor de riesgo, pero lo que sí es común en todas esas personas es el gran sufrimiento emocional que padecen.
  • Múltiples causas: Normalmente se debe a una interacción o combinación de factores de riesgo. Estos pueden ser de origen genético, socioeconómico, social o relativo a la salud, por citar solo algunos.
  • ¿Es un acto impulsivo? No es cierto que sea un acto impulsivo que no se pueda prevenir. En la mayoría de los casos existen signos previos de alerta.
  • Se puede prevenir y existen recursos para ello.
  • No son ni valientes ni cobardes.
  • Las tentativas y/o amenazas de suicidio no son intentos de llamar la atención.

DÓNDE PEDIR AYUDA

  • Si tiene ideas de suicidio o le preocupa este tema es importante que consulte pronto con un profesional de la salud.
    • Pida hora tan pronto como pueda con su médico de cabecera. Si ya está en tratamiento con un psicólogo o psiquiatra, contacte con él/ella.
    • También puede llamar al 900 203 050. El teléfono está atendido por un equipo de enfermería de Osakidetza y funciona todos los días las 24h del día. Es gratuito.
  • Si se encuentra muy mal y cree que necesita ayuda inmediata acuda a urgencias o llame al 112.

Las personas afectadas por el suicidio, por su parte, pueden acudir a Osakidetza.