Mireia Saiz, portavoz de Argitan: “Todos los agresores tienen algo en común, son hombres y son machistas”

ITXASO LEÓN KAREAGA - EITB MEDIA

Las denuncias por agresión sexual han crecido en los últimos meses, y los relatos de las mujeres se vuelven cada vez más visibles. Hablamos con en el Centro Asesor de la Mujer Argitan de Barakaldo, que advierte de la importancia de dejar de lado los perfiles estereotipados y atacar de raíz el problema estructural del machismo.

Según los datos del balance de criminalidad del Ministerio del Interior español, denuncias por violación en la CAV y en Navarra han aumentado un 35,8 % y un 78 % en los primeros nueve meses de 2021; hasta las 72 y las 25, respectivamente.

A pesar del visible aumento de las denuncias, el relato de las víctimas sigue siendo a menudo cuestionado, debido a factores externos que condicionan la credibilidad que a estas se les concede o se les quita.

Tanto desde el trabajo que se realiza en el ámbito de la educación y de la prevención, como en el proceso que sigue a la denuncia de una víctima, se plantea, entre otras, la habitual pregunta: ¿existe un perfil de agresor?

Mireia Saiz es portavoz del Centro Asesor de la Mujer Argitan de Barakaldo. A su juicio, lo único que todos los agresores tienen en común es que “son hombres y son machistas”. A partir de ahí, propone desmontar los perfiles, y es que hablar de que existe una única forma de agredir a las mujeres “se queda corto”.

“Tenemos que ser conscientes de que estos hombres viven en la sociedad, están completamente integrados y agreden a las mujeres de forma sistemática”

Saiz explica que, en una discriminación estructural como la que establece el contexto patriarcal, “hay hombres que se creen con derecho de violentar a las mujeres”. Puntualiza que a los hombres que ejercen la violencia dentro de nuestro sistema “se les legitima y justifica”.

Cuando se llega al punto de la agresión sexual o el asesinato, las justificaciones que se dan en torno al agresor suelen pasar por afirmar que no es un hombre, que estaba enfermo o que se trata de un psicópata.

“Tenemos que ser conscientes de que estos hombres viven en la sociedad, están completamente integrados y agreden a las mujeres de forma sistemática”, advierte Saiz.

“Casos aislados” y descontextualización

La portavoz de Argitan subraya que no todos los hombres son agresores, pero “los que lo son, son hombres, y se justifican a través del sistema”. La mayoría de los hombres, explica, “no se reconocen como agresores y ven la violencia ejercida como algo normal”.

Cuando el agresor en cuestión no encaja dentro de esos perfiles estereotipados que existen dentro del imaginario colectivo, “se habla de casos aislados”. También es habitual emplear “otros razonamientos” para interpretar lo ocurrido: “era un hombre majísimo y normal”. Saiz advierte que corremos el riesgo de “descontextualizar y tratarlo como algo personal, pero quienes ejercen la violencia lo hacen dentro del sistema y de forma colectiva” Explica que todo forma parte de una estructura, y es que se trata de hombres “perfectamente integrados en la sociedad”.

Lo mismo ocurre al hablar de perfiles de mujeres víctimas de violencia de género. En el ámbito de la intervención social se sigue trabajando con esa forma de perfilar que Saiz define como peligrosa, “porque caemos en la fiscalización, tutela e infantilización de las víctimas”. Además, subraya que se corre el riesgo de que todo lo que queda fuera de perfiles explicitados “no se reconozca como víctima”.

Ese imaginario colectivo influye a la hora de dar soporte y visibilidad a las mujeres que son víctimas de las violencias de género. Es por ello que la portavoz de Argitan ve necesario implementar una perspectiva de género a la hora de trabajar con víctimas y agresores, “para no caer en lo que históricamente se ha estado haciendo; estereotipar y no abordar el problema de fondo”.

Desde Argitan recuerdan que esa violencia tiene múltiples formas y, en lugar de focalizarla, proponen dejar de invisibilizar ese extenso abanico. Además de física, la violencia puede ser psicológica, económica o institucional. Respecto a esta última, subrayan que a menudo, desde dentro de las propias instituciones, no se ofrece esa perspectiva de género.

“Todo eso es parte del sistema capitalista y patriarcal en el que vivimos”, lo que permite que existan “una infinidad de agresores” que no siempre se personan en un único sujeto.

“Tenemos que cambiar el chip, y entender que quien agrede es quien tiene que cambiar”.

Revertir el discurso de la educación

Por otro lado, la educación que reciben las mujeres desde que son niñas pasa por asumir y aprender a identificar quién podría resultar ser un peligro y actuar con precaución; cargando, además, la responsabilidad y la culpa sobre ellas.

Según Mireia Saiz, “tenemos que hacer justo lo contrario”. Propone trabajar en la educación desde pequeños, cambiando el foco y colocándolo sobre los hombres, para que aprendan a no agredir.

Sin esa temprana educación, plantea, a la larga se vuelve “muy difícil” trabajar hacia un cambio. Para dar comienzo a ese cambio, pone sobre la mesa el abordaje de valores como la igualdad, la diversidad y el respeto. “Tenemos que cambiar el chip, y entender que quien agrede es quien tiene que cambiar”.