Cuando el nuevo coronavirus se daba a conocer, hace ya un año, aparecían los primeros bulos que afirmaban que el nuevo virus era artificial y que la pandemia fue planificada. Desde entonces, y durante todo este año, no han cesado las fake news o noticias falsas que se han vertido en redes sociales en torno a la covid-19.

A pesar de los datos de los fallecidos y los contagiados, en todo este tiempo se han incrementado los grupos de personas que niegan la existencia de la enfermedad y reivindican su derecho a una libertad total. Una libertad en la que no caben el virus o las medidas que la ciencia estima efectivas para contener la expansión de la enfermedad.

Los bulos o noticias falsas han existido siempre, pero la pandemia, con más gente asomada a las redes sociales y durante más tiempo, los ha potenciado muchísimo, acelerando y ampliando su difusión.

EITB Media ha querido conocer de cerca los motivos y el origen de estas noticias falsas, y el efecto que han provocado éstas en nuestra sociedad. Para ello, ha contado con la colaboración del sociólogo y exprofesor de la UPV/EHU, Xabier Aierdi, quien ha confirmado que influyen varios factores a la hora de crear este tipo de noticias, como el miedo, la desconfianza o la sobreinformación.

EL MIEDO

Según Aierdi, en situaciones de tensión y preocupación como las actuales, “las noticias falsas surgen y se mantienen sobre evidencias, porque en ese momento hay sectores crédulos, colectivos de población que precisan de algún tipo de información para resolver las dudas, incertidumbres y temores que tiene”.

“Las situaciones como las de la pandemia irrumpen rompiendo todas las seguridades rutinarias que mantenemos y que mantiene el mundo. Si, además, la cuestión se basa en el contagio, los temores a superar son infinitamente mayores, y cualquier información que se ponga en comunicación que sirva momentáneamente para dar una falsa seguridad es bienvenida”, explica.

“El miedo es una fuerza de enorme potencial para introducir mensajes que por un momento te devuelven una seguridad a la que no sabes cómo hacer frente”, asegura el sociólogo, que cree que “al no tener información científica o conocimiento suficiente, el hueco lo cubren los bulos”.

A partir de ahí, hay un porcentaje de personas en toda sociedad que tiene una “visión muy conspirativa del mundo. Nunca tendrán tanto feligrés disponible como en estas situaciones”. Aierdi apunta que “lo que hay que pensar es que se da una interacción muy grande entre intereses conspirativos, porque conspiraciones existen”. Pero recuerda que “el mundo no se puede explicar conspirativamente”.

LA DESCONFIANZA

La preocupación, el miedo, la ansiedad, el no control de la situación y el exceso de información, en numerosas ocasiones, muy confusa y contradictoria, han hecho que muchas personas desconfíen en los organismos, instituciones, gobiernos y medios de comunicación: es decir, en la versión oficial.

“Todas las instituciones políticas, los gobiernos, los Estados, han aparecido ante la pandemia como entidades que dudaban, que no sabían cómo afrontar las circunstancias, con errores de bulto, como no podía ser de otra forma, es decir, haciendo lo que podían dado el conocimiento que se disponía”, asegura Aierdi, quien ha añadido que, al fin y al cabo, “la gente busca seguridades que desde la realidad político-institucional no se pueden suministrar en gran parte del mundo”.

En estas circunstancias, también aparece una lógica “¿de lo mío, qué?”, según Aierdi, “una forma de actuar muy presentista e intrínsecamente egoísta-individualista, con fronteras cerradas, ante los extraños, sean del pueblo, de la provincia, de la autonomía o del país limítrofe”.

El sociólogo cree que esta actitud desconfiada es probable que se acreciente si los problemas cotidianos no van a poder resolverse, y los problemas derivados de la creciente incapacidad para hacer frente a la desaparición del empleo, por ejemplo, van a ser muy grandes, y requieren un cambio de paradigma y de forma de pensar todavía difícil de imaginar.

LAS REDES SOCIALES Y LA SOBREINFORMACIÓN

La capacidad de emisión crece día a día de forma exponencial gracias a las nuevas tecnologías. Según Aierdi, “las actuales redes dan una posibilidad millonaria de emisores posibles para millones de receptores posibles, porque la información no contrastada, creíble, puede alcanzar velocidades e intensidades de difusión enorme.

Las redes sociales son redes de comunicación, de información, de una instantaneidad increíble, con gran capacidad de penetración y de imposible control. “Lo esencial en esta situación es la verosimilitud, lo que pareciera que podría ser verdad. Si alguien emite visiones que dentro de marcos de interpretación parecen verosímiles, tiene el éxito asegurado. Las formas de mirar son formas de ver y formas de interpretar. Expón un marco, hazlo creíble y el resto te lo hará per se y voluntariamente el receptor”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido la infodemia como “un exceso de información acerca de un tema, mucha de la cual son bulos o rumores que dificultan que las personas encuentren fuentes y orientación fiables cuando lo necesiten”.

Las redes sociales son relativistas y devastadoras del principio de la verdad científica, y, según el exprofesor de la universidad de la UPV/EHU, se basan en que “yo cuento mi verdad”.

EL CONTEXTO

La revista Comunicar ha publicado un estudio llevado a cabo por los profesores de la Universidad de Murcia, Alberto Mora Rodríguez e Inmaculada Melero López, que concluye que “en las situaciones de incertidumbre como la que rodea a un contexto de crisis, las noticias sobre la problemática se multiplican, siendo aprovechados estos escenarios para la creación y propagación de desinformaciones y “fake news”.

Este contexto de saturación informativa recepcionada a través de múltiples canales dificulta la capacidad de discernir entre noticias veraces y falsas. Ni siquiera las personas que realizan un mayor seguimiento informativo se encuentran blindadas ante las fake news”.

De hecho, el texto afirma que son las personas que mayor seguimiento hacen a la pandemia, y que, por lo tanto, mayor exposición tienen a estas noticias, las que tienen una mayor percepción del riesgo. Estas personas podrían tener tal saturación informativa que relajaría la capacidad de evaluar de manera eficiente la veracidad de la información a la que están expuestas.

El estudio también ha mostrado que existe una relación entre la desinformación y las predisposiciones ideológicas del individuo, debido a la fuerza de exposición selectiva. “Si asumimos la prevalencia de la intencionalidad política de las fake news y las desinformaciones, resulta razonable pensar que buena parte de estas pseudonoticias sean contrarias al Gobierno, lo que, en un proceso de exposición selectiva y de alineamiento cognitivo del individuo, afectaría en mayor medida a electores ideológicamente ubicados en la derecha, dado el perfil de los partidos que comparten el Ejecutivo”, afirma.

EL PAPEL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Mucho se ha hablado sobre el papel que han ejercido los medios de comunicación, entendidos por estos los tradicionales, en todo este tema. Es cierto que ante lo desconocido, en numerosas ocasiones, los medios de comunicación no han sabido dar una información clara y transparente, lo cual ha creado una especie de estado de alerta entre la sociedad.

Pero, al mismo tiempo, ha habido una sobreabundancia de información (alguna rigurosa y otra no) que hace que para las personas sea difícil encontrar recursos fidedignos y una guía de confianza cuando la necesitan.

El sociólogo Xabier Aierdi cree que, en lo relativo a la pandemia, probablemente ya no pueden echar marcha atrás “porque estamos en pleno proceso engrasado y es muy difícil cambiar toda esta dinámica”. Aierdi admite que “nos hubiera venido bien una desescalada informativa a partir de algún momento, pero no sería fácil en su momento, y ahora lo veo difícil. ¿A qué viene el conjunto de datos, estadísticas, fuentes diversas, repetidos todo el día, a diferentes horas en todos los medios?” Pregunta, aunque admite que “esto no tiene solución”.

La información “ha sido también fuente de angustia”. Aierdi cree que el campo informativo tiene sus propias formas de funcionar y en gran medida son invariables. “Se suele decir que la verdad es la primera víctima de la guerra. Pues ahora estamos en guerra informativa permanente y estructural y no nos podemos caer del guindo”.

Según el experto, “hay sectores sociales, y en la batalla mediática unos están en vanguardia, otros en el pelotón y otros pues esperando el coche escoba, sin entrar en muchos berenjenales”.

De todas formas, tiene unas consecuencias enormes, porque la gente tiene miedo, no sabe qué sucede y el conjunto de informaciones le meten en un “campo de indeterminación mayor, sin saber a qué asirse, qué puede ser más real o confiable”.

EITB MEDIA LUCHANDO CONTRA LOS BULOS

Ha habido bulos para todos los gustos. Se ha puesto en duda la existencia del virus, el funcionamiento de las PCR, la vacuna de la gripe. Ha habido quien ha acusado a la tecnología 5G de propagar la covid-19, y se han publicado supuestos “remedios” para combatir la enfermedad.

Prácticamente desde el inicio de la declaración de pandemia, EITB Media puso en marcha un servicio de colaboración ciudadana para desmentir bulos referidos al coronavirus como un Servicio Público para permitir acceder a información fiable, contrastada y de calidad. En sólo dos meses, se recibieron más de 2.000 avisos vía WhatsApp (600 900 454) o email (coronabulos@eitb.eus) por parte de la ciudadanía sobre posibles fake news.

En ese tiempo, EITB desmintió 100 bulos y los contenidos generados fueron consultados por más de un millón de usuarios únicos. Los bulos que, a día de hoy, todavía se siguen desmontando se pueden consultar en la página de desmentidos de fake news.

Los usuarios no son los únicos compañeros de viaje en este camino. Así, EITB cuenta con la colaboración de la Asociación de Voluntarios Digitales de Euskadi, VOST Euskadi, está en contacto con la web Maldita.es, a través de su sección Maldito Bulo, y cuenta con la opinión experta de la comunidad científica que participa habitualmente en el programa de divulgación La Mecánica del Caracol, que dirige y presenta Eva Caballero en Radio Euskadi.

Detrás de estos mensajes falsos que inundan las redes sociales están, muchas veces, los antimascarillas y los antivacunas. “Los debates sobre máscaras y vacunas son debates esencialmente marginales. Hay demasiados debates que duran dos días, son tormentas en un vaso de agua”, asegura Aierdi, y añade que, “con la cantidad de gente que tenía soluciones supuestamente, no sé cómo ha podido ser tan letal la pandemia. Como dice un amigo mío, hay más sinsorgos que botellines”.

El sociólogo concluye que “no nos van a sacar de este lío ni los bulos ni la mala información, sino el buen conocimiento, la ciencia y las vacunas”.