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Ciencia

Pautas para afrontar el dolor crónico: Genes neandertales pueden favorecer ser madrugador

El neurólogo Arturo Goicoechea repasa en el libro El dolor crónico no es para siempre cómo el cerebro crea pautas que condicionan la aparición del dolor y cómo evitarlas. Keila Velázquez, de la Universidad de Vanderbilt, explica cómo se relacionan variantes genéticas neandertales con ser madrugador.

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Una persona padece dolor crónico cuando el dolor no cesa o sufre episodios dolor en episodios que se repiten. En algunos casos el origen son lesiones que no se curan o enfermedades como el cáncer o la artritis reumatoide. En otros el factor desencadenante se desconoce. El neurólogo Arturo Goicoechea lleva muchos años trabajando en los síntomas sin explicación médica. Trabajando con pacientes desarrolló un marco teórico que vincula el dolor con un cerebro hipervigilante, un cerebro que provoca el dolor sin causa aparente. Junto con profesionales sanitarios que han seguido su trabajo ha atendido a pacientes con fibromialgia, migraña y lumbalgia. El dolor crónico no es para siempre es el libro en el que explica las claves para entender y librarse del dolor.

El descubrimiento de que las poblaciones de ascendencia europea y asiática portan en su genoma ADN neadertal y denisovano reveló que nuestra especie, tras salir de Africa, se mezcló con estas especies arcaicas que ya existían en Eurasia. Más allá de lo curioso que resulta el dato, se abrió la puerta a la investigación de esa herencia genética que aún portamos. ¿Facilitó este proceso de mestizaje que una especie africana se adaptase a entornos muy distintos? Al fin y al cabo neandertales y denisovanos llevaban más de 400.000 años viviendo en las tierras que eran nuevas para Homo sapiens. Son muchos los estudios que buscan conocer qué ha supuesto para los humanos modernos esta gota de ADN arcaico, la que presentamos hoy se centra en los ritmos circadianos, y en el cronotipo, la predisposición natural a ser más madrugador o más noctámbulo. Un estudio revela que una variante genética procedente de los neandertales puede haber contribuido a la propensión de algunas personas a ser madrugadores. Una investigación que nos acerca una de sus autoras, Keyla Velázquez Arcelay, investigadora de la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos.