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Opinión

La Columna de José Félix Azurmendi (17.01.2015)

La muerte del carcelero de Ortega Lara. Tras la manifestación del sábado llegó la redada del lunes. Al Papa Franciso se le ha ido la mano.

Ha muerto el carcelero de Ortega Lara

Algunos titulares de medios de comunicación supuestamente serios y profesionales sugieren que Josu Uribeetxeberria Bolinaga ha tardado demasiado en morir. Se le excarceló porque padecía una enfermedad terminal, y como que no era tan terminal, puesto que ha sobrevivido más de dos años, parecen decir. La presidenta de la AVT no se ha recatado en sostener que ha sido vergonzoso que se le haya permitido estar más de dos años despidiéndose de su familia y disfrutando con sus amigos, para quebranto de sus víctimas. ¿Qué clase de gente es esta que piensa así y que piensa que otros deben participar de esos sentimientos impúdicos y vengativos? Resulta oportuno recordar por otra parte que Angeles Predosa, que así se llama la presidenta de esta Asociación de Víctimas del Terrorismo, no es familiar de ninguna víctima de ETA.

El secuestro de Ortega Lara fue especialmente cruel, por su duración y por las condiciones del habitáculo en el que pasó año y medio. No hay duda de ello, pero tampoco se debería olvidar, sin que sirva de disculpa, que el ministro del Interior del momento, Jaime Mayor Oreja, hizo oídos sordos a una propuesta de negociación que hubiera acortado el rapto y que le llegó a través de representantes sindicales vascos con importante implantación entre los funcionarios de prisiones. Tampoco se debería olvidar el infausto titular del diario Egin del día siguiente: “Ortega Lara vuelve a prisión”. No se debería olvidar esto y tantas otras cosas que han provocado dolor en tantas direcciones, pero nunca ese recuerdo puede hacer reaccionar a gentes de bien como hemos visto en algunas con ocasión de la muerte de Josu Uribeetxeberria.

Tras la manifestación del sábado pasado llegó la redada del lunes

Se celebró el sábado la manifestación convocada por Sare en defensa de los derechos de los presos vascos de motivación política y en contra de la dispersión, multitudinaria, disciplinada, luminosa. Nada hacía presumir lo que vino luego, la redada de la Guardia Civil por orden de un juez con antecedentes contra representantes de Herrira y abogados, y la incautación de la recaudación de las donaciones hechas durante la manifestación para sufragar los gastos que estas macro-concentraciones suponen. De paso, y seguramente con intención, el allanamiento de sedes de LAB y otras dependencias de la izquierda abertzale.

Se le pueden buscar todas las interpretaciones que se quieran para explicarlo, pero yo me quedo con una muy simple: lo hacemos porque podemos, porque nos viene bien, para que quede claro que nosotros no estamos en tregua ni dispuestos a que los terroristas reciban estas muestras de solidaridad. Se cuenta con un juez adecuado, con un ministro incansable, y con la Guardia Civil. Preguntaban ustedes para qué sirve la Benemérita, decían ustedes que con la Ertzaintza basta, pero ya ven que no: hay misiones que sólo se pueden confiar a la Guardia Civil. Han pasado tantas cosas esta semana, que esto ha pasado a segundo término, pero lo cierto es que se puede repetir con cualquier otro pretexto y los mismos protagonistas, mientras en el Gobierno central y las instituciones que pastorea siga el mismo personal. El PP del País Vasco lo puede pagar caro, pero qué importa si en el resto de España esto cae bien, parecen pensar.

Al Papa Francisco se le ha ido la mano

Camino de Sry Lanka y Filipinas, el Papa Francisco le ha salido el argentino y ha hecho unas sorprendentes declaraciones. Ha dicho que si alguien le insulta a su mamá, él está autorizado a darle un puñetazo. Y lo ha dicho en relación a las provocaciones e insultos contra los seguidores de los credos religiosos en el más inoportuno momento para decirlo. No se puede matar, pero tampoco se puede insultar la fe de los demás, ha sostenido, cuando algunos de los cuerpos sin vida de los dibujantes de Charlie Hebdo todavía no han sido enterrados.  Creía yo que el mensaje cristiano invitaba a poner la otra mejilla tras haber sido golpeado en uno de los lados, pero al parecer eso no se aplica en los insultos de la mamá de cada quien.

Tengo para mí que son muchos los que piensan como el Papa Francisco, que son muchos los que opinan que no se debe provocar, ridiculizar, ni a los musulmanes, ni a los judíos ni a los católicos ni a nadie, por sus creencias metafísicas. Lo pensaban antes, y se reafirman en ello ahora que saben además que esas provocaciones les pueden traer sustos y disgustos. Por supuesto, nadie piensa que eso justifique lo que les han hecho a los cartonistas parisinos, pero ojalá ellos hubieran sido más prudentes, piensan muchos. Tengo para mí que, enterrados los dibujantes, terminados los homenajes y las solidaridades oficiales, Charlie Hebdo se planteará su desaparición, porque se trata de una publicación minoritaria, perfectamente prescindible, que hubiera pasado inadvertida para la mayor parte de los franceses y del resto del mundo, si no hubiera sido por este trágico suceso.