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Opinión

La Columna de José Félix Azurmendi (18.04.2015)

JFA

¡Menuda semana! Hablamos de De la Rosa. Parece que a Sortu le gusta el Plan Ibarretxe. Se han oído argumentos viejos en torno a Álava.

¡Menuda semana que llevamos! ¿Por dónde hincarle el diente?

No voy a hablar hoy ni de Rato ni de Rouco, pero sí de De la Rosa, ese empresario conocido sobre todo pero no solo por el escándalo de las Torres Kio. A Javier de la Rosa y Martí le hemos podido oír esta semana cómo repartió cientos de millones de pesetas a diestra y siniestra, entre partidos políticos y otras instancias, a fin de evitar que el independentismo se asentara en Catalunya. Fue la Convergencia de Pujol, según sus confesiones, la principal receptora de estos fondos, hasta que pareció que el Honorable no parecía renunciar totalmente a la independencia o hasta que ya no hacía falta seguir invirtiendo, una vez amortizado el riesgo.

No entraré hoy a comentar por qué estas declaraciones se las hace a un muchacho con cara de niño, el Pequeño Nicolás, entrenado para hacer las preguntas más graves con ese aire de ingenuidad que solo se pueden permitir los infantes, los tontos y los más listos. De la Rosa dice haber actuado entre 1980 y 1985 en nombre y representación de un grupo de Bancos, y luego, hasta 1994, con fondos provenientes de KIO. Dice De la Rosa que entregó hasta 4.500 millones de pesetas para que hiciera Convergencia de moderador, hiciera de balanza entre el independentismo y el no independentismo, para que pusiera freno al independentismo y proporcionara seguridad.

Es oportuno recordar que en Catalunya no había ni violencia ni terrorismo separatista que pudieran justificar los medios que se emplearon contra ETA. Ni Terra Lliure ni otros brotes libertarios fueron percibidos como riesgo para el Sistema. ¿Qué comportamiento hubieran tenido en Euskadi los conocidos como poderes fácticos, la banca entre ellos, si no se hubiera empeñado ETA en persistir y engordar aquella estrategia iniciada en dictadura? Me recuerda todo esto a la reunión con cena tenida en Madrid por banqueros, empresarios y otras fuerzas vivas para homenajear a Mayor Oreja en vísperas de dar la batalla a Ibarretxe y sus planes secesionistas.

Parece que a Sortu le gusta el Plan Ibarretxe

Esta semana el presidente de Sortu, Asier Arraiz, le ha pedido al Gobierno de Urkullu que recupere el Plan Ibarretxe, que lo ponga a valer y que ellos lo apoyarían. Por una comisión del Parlamente vasco había pasado el padre de los criatura unos días antes, boina en ristre, para decir que él es ya un fósil de la política, para advertir de que hay acuerdo entre las partes, o para 2020 habrá declaraciones unilaterales de independencia desde Catalunya y Euskadi. O sea, para dentro de cinco años.

No sé si Ibarretxe, el PNV, Sortu, EA, Aralar y demás han estudiado suficientemente aquella propuesta de Manuel Irujo de mediados de los cuarenta del siglo pasado a favor de una Confederación Occidental, una Comunidad de Naciones Ibéricas, que incluyera a Portugal, con espacios económicos y militares, de defensa, comunes. Le escribe Irujo extensamente, desde Londres, un 28 de diciembre de 1944 a Leizaola, en París, cuando José Antonio Aguirre está asentándose en América. Le desarrolla una idea que ha compartido con catalanes, gallegos y otros dirigentes portugueses exiliados como él en Gran Bretaña, un proyecto que da respuesta también a los territorios continentales de Catalunya y Euskal Herria. Hay un libro editado por la Fundación Sabino Arana, titulado ‘Un Nuevo 31’ -lo único desafortunado del mismo-, que lo deberían conocer todos los dirigentes abertzales y que recoge la ideología y estrategia del Gobierno de Euzkadi durante la Segunda Guerra Mundial. Verían que hay cuestiones que vienen de lejos. Les vendría bien conocer respuestas que vienen también de lejos.

Se han oído argumentos viejos en torno a Álava

Cuando oigo los planteamientos resucitados por el PP, especialmente de Alava, sobre el euskera, sobre guipuzcoanos y vizcaínos, sobre los de casa y los de fuera, sobre emigrantes y otras morrallas, no puedo dejar de pensar en que vuelven por sus fueros con fines electoralistas, en momentos de gran zozobra. El diputado general tiene que saber que la gran invasión de guipuzcoanos, con sus empresas y haberes, se produjo en pleno franquismo. Tiene que saber que fue su territorio el que reclamó ser sede de las instituciones que llevó a muchos vizcaínos y guipuzcoanos a Gasteiz, muy a pesar de los que recordaban que era el Gran Bilbao el que reunía la mitad de la población del Tercio Autonómico y que allí debían asentarse las instituciones comunes. Tiene que saber que el Parlamento, primero de 60 y luego de 75 miembros, da más peso a los alaveses que el que les correspondería en estricta ponderación. Sabe eso y todo lo demás, y tiene un mal concepto de los alaveses de hoy, si cree que sus argumentos les van a dar más votos.