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Sabatina

La columna de José Félix Azurmendi (14/01/2017)

Reflexiones sobre la actualidad social y política de la semana, la visita a Roma de la delegación vasca y las denuncias contra el ex Vicario de San Sebastión

Tx. Hace mucho frío, pero la vida política y social está muy caliente

JFA. El tema del día es hoy sin duda la movilización por los derechos de los presos de motivación política que SARE ha impulsado. Lo que se puede adelantar es que será un año más multitudinaria y todo lo plural que las suspicacias y reservas partidarias lo permiten. Frente a la tentación de pensar que es una más y que no parece servir para mucho, los organizadores han subrayado que la situación del Gobierno del PP no es la misma que en años anteriores, y que también por parte de los presos ha habido movimientos que invitan a pensar que esta vez va en serio; que cada vez son más aquí y fuera los que se preguntan, como el presidente de Colombia, a quién y a qué puede perjudicar, por ejemplo, que los presos estén cerca de sus familias. Por cierto, al presidente Santos y al jefe de las FARC Timochenko ha querido honrar este año el ayuntamiento de Gernika por su aportación a la paz. Y junto a ellos, al fotoperiodista Gervasio Sánchez, por toda una vida de denuncia de injusticias y atrocidades.

Tx. Debe estar ya de regreso la delegación vasca que ha visitado Roma

JFA. Confieso que el viaje oficial del lehendakari Urkullu al Vaticano me ha desconcertado. No es la primera vez que los nacionalistas vascos acuden a Roma, pero ha sido antes en condiciones dramáticas como amenaza de guerra o fusilamientos inminentes, y siempre han regresado trasquilados, alguna de las veces, eso sí, con rosarios bendecidos por Su Santidad. Loable es que las instituciones vascas se preocupen y ocupen de la situación de los refugiados que dejan sus vidas en el Mediterráneo, pero no sé si esa es la mejor vía para remediarlo, no sé si era preciso todo un equipo y de ese nivel para el objetivo declarado. Conocida es la condición católica de Iñigo Urkullu y alguno de sus acompañantes, pero no puede ser esa la explicación del viaje, al mismo tiempo que se subraya la interconfesionalidad e interculturalidad como objetivos prioritarios de la agenda del Gobierno vasco.

La visita a la institución de  San Egidio, conocida por sus aportaciones a la paz en Euskadi, parece más razonable en una agenda vasca, sobre todo si hubiera estado encima de la mesa el tema de los presos. El lehendakari se he encontrado igualmente con el general de los jesuitas, con Arturo Sosa, un hijo de la oligarquía caraqueña que conocí en el Centro Gumilla, fundado y compuesto casi exclusivamente por vascos, cuando inició su noviciado. Arturo sabe todo de nosotros, Sosa sabe todo de su pueblo, con el que siempre ha estado comprometido. Por eso que resulta tan ridículo que digan algunos opositores venezolanos que la Iglesia, Roma, está mal informada, está siendo manipulada por el Gobierno chavista. Estoy seguro de que la delegación vasca se sintió mucho más cómoda  con el general, que con el cardenal.

Tx. Hablando de Iglesia, es sin duda del Vicario de San Sebastián el tema de la semana

JFA. Es el tema de la semana y lo va a seguir siendo de otras muchas, porque es este un asunto que acaba de explotar, que viene de muy atrás, que ha afectado a miles y miles de niños y adolescentes, menos presente hoy, porque hay hoy menos curas y monjas, porque han desaparecido los internados, porque el control social de las instituciones católicas no es el que fue. La pedofilia no es exclusiva de curas y monjas, pero ha tenido mayor impunidad en las instituciones religiosas y en un régimen nacionalcatólico como el franquista, que incluía poder político, social y moral. Hace apenas unas semanas, con ocasión de la presentación de su libro autobiográfico, Juan Luis Cebrián confesaba que también él había sido objeto de tocamientos por parte de un profesor de su colegio. Apenas le dio importancia, apenas tuvo eco: seguramente porque los de su generación lo tenían por habitual, por sabido.

Era Juan Kruz Mendizabal el segundo de la diócesis de Gipuzkoa. Era un hombre de éxito social. Le está cayendo encima ahora la furia de todos, que es también la ira contra una institución que fue durante mucho tiempo intocable. Recuerdo cómo se conoció el escándalo de los niños arrebatados a sus madres bajo engaño, cómo se trató, cómo se diluyó. No es probable ni deseable que en esta ocasión, con este asunto, vaya a suceder lo mismo, porque las denuncias, contra el ex Vicario y contra otros y otras, no ha hecho seguramente más que empezar.

Y hablando de Iglesia, me resulta obligado recordar que ha muerto entre nosotros, a los 92 años, Gonzalo Puente Ojea, aquel embajador en el Vaticano del primer gobierno de Felipe González que fue destituido porque a la Santa Sede le resultaba inaceptable su condición de divorciado haciéndose acompañar por una nueva pareja, una vasca con casa en Santa María de Getxo, que es donde ha fallecido. Puente Ojea, un intelectual culto y riguroso que venía de la militancia católica, hizo del ateísmo profesión de fe, hizo de la bondad y compromiso social profesión de vida.