El verano es una estación que relacionamos indefectiblemente con los helados. Nadie duda de que están riquísimos, pero desgraciadamente han arrastrado una fama demoledora. Nos engordan, quitan el apetitco y nos hacen enfermar de la garganta. ¿Qué hay de cierto en ello? Se lo preguntamos a la doctora Rocandio, profesora de Nutrición y Dietética de la Facultad de Farmacia de la UPV/EHU.
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