Con ocho años Federico Garmendia empezó con el barro , ahora tiene 93 y su vida ha estado vinculada a la alfarería. Tras la guerra civil trabajó en la fábrica de cerámicas de Agurain donde aprendió el oficio . Dejo la factoría y se fue a Narvaja , un pequeño pueblo de la llanada alavesa en el que tuvo el taller de alfarería durante 40 años. La calidad de la arcilla de la zona y la demanda de utensilios de barro beneficiaron el negocio hasta la llegada del plástico . Entonces Federico se dedicó a enseñar sus conocimientos artesanos a los alumnos de la escuela de artes y oficios de Vitoria.
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