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Jesús Torquemada

Análisis

El frágil proceso de paz colombiano

Jesús Torquemada

Jesús Torquemada

El proceso de paz no se ha roto, y de hecho las delegaciones de las dos partes se volvieron a reunir ayer en La Habana.

La situación del proceso de paz de Colombia vuelve a ser complicada. La guerrilla de las FARC ha dado por terminado el alto el fuego unilateral que mantenía desde diciembre, después de que el Ejército colombiano haya matado en los últimos días a unos 40 guerrilleros. El Ejército nunca ha declarado una tregua.

En marzo, el presidente Santos ordenó a los militares dejar de bombardear las posiciones de la guerrilla; pero, en abril, la guerrilla, violando su propio alto el fuego, mató a once soldados en una emboscada, y Santos reanudó entonces los bombardeos, con el resultado de numerosas bajas entre los guerrilleros. El proceso de paz no se ha roto, y de hecho las delegaciones de las dos partes se volvieron a reunir ayer en La Habana.

Sin embargo, todo lo que está sucediendo indica la dificultad de avanzar en un proceso de paz si no se empieza por lo primero: que se callen las armas. Las negociaciones de La Habana duran ya dos años y medio. Es demasiado tiempo. Se han alcanzado algunos acuerdos, pero eso no sirve para nada, porque el modelo de negociación es el de "nada está acordado hasta que todo está acordado". Es decir, en cualquier momento las negociaciones pueden fracasar definitivamente. Si Gobierno y guerrilla no son capaces de poner fin a los combates, a ver cómo se van a poner de acuerdo sobre la reforma agraria, las compensaciones a las víctimas, el regreso de los guerrilleros a la vida civil, y tantos otros temas que están sobre la mesa.