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Audiencia Nacional

Pamiés: 'No admitiría una orden política para parar la operación'

El otro acusado, el inspector Jose María Ballesteros, ha respaldado la versión del exjefe de Policía y ha negado haberle dado el teléfono al dueño del bar Faisán.

Enrique Pamiés y José María Ballesteros, en el comienzo del juicio por el 'caso Faisán'. EFE
Enrique Pamiés y José María Ballesteros
Los exagentes acusados en el caso Faisán niegan las acusaciones

2:30

Redacción

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El exjefe superior de Policía en el País Vasco, Enrique Pamiés, ha  asegurado que no hubiera "admitido" una orden política para parar la operación policial contra ETA en 2006.

"¿Recibió usted una orden política de interrumpir la Operación Urogallo?", le ha preguntado el fiscal Carlos Bautista en el juicio que ha comenzado hoy en la Audiencia Nacional, a lo que ha respondido: "Para nada, tampoco lo hubiera admitido".

Además, Pamiés ha asegurado en su "vida" ha hablado por teléfono con el dueño del  bar Faisán de Irún, Joseba Elosua.

El mando policial acusado, que se enfrenta a hasta nueve años de cárcel por estos hechos, ha afirmado que la presencia del inspector José María Ballesteros en la zona del Faisán se debió a que le  pidió que visitara los tres puestos fronterizos porque tenía que  reunirse en el Francia con un confidente de ETA conocido con el  sobrenombre de Romano y temía a una acción de la policía gala.

"Quien me preocupa es la Policía francesa. Tenía que hacer el traslado porque él tenía acceso a material de la organización. Si nos  pillan con eso, es muy difícil explicárselo (a los franceses).  Hacemos un pan con unas tortas", ha dicho.

Ballesteros respalda a Pamiés

El inspector José María Ballesteros, por su parte, ha respaldado la versión de Enrique Pamiés al negar haber facilitado al dueño del bar Faisán, Joseba Elosua, el teléfono desde el que una tercera persona dio el 4 de mayo de 2006 el supuesto 'chivatazo' sobre la inminente operación contra ETA.

Ballesteros, que se enfrenta a una pena de hasta nueve años de cárcel por colaboración con organización armada y revelación de secretos, ha reconocido en el juicio celebrado en la Audiencia  Nacional que aquel día se trasladó a Irún por encargo de Pamiés para informarle sobre la presencia policial española y francesa que divisaba en la zona y que entró al bar Faisán porque le permitía "dominar" dos partes diferentes de la frontera.

Sin embargo, el inspector ha negado haber consumido un café en el establecimiento. "A esa hora ya había tomado café. La gente que me conoce sabe que no soy cafetero", ha aseverado, para añadir que "nunca" habla por teléfono dentro de los bares como "medida de seguridad" dentro de los grupos de Información, dedicados a la lucha antiterrorista.

Declaración del confidente de ETA

El confidente de ETA conocido como Romano, con el que los mandos policiales acusados del chivatazo justifican la presencia de uno de ellos en la zona, ha asegurado que estaba en Italia y cruzó Francia desde los Alpes para mantener una cita con el exjefe Superior de Policía del País Vasco Enrique Pamies, al que conocía con el alias de Carlos.

Romano, que ha declarado en la Audiencia Nacional como testigo protegido, ha señalado que en los días anteriores al 4 de mayo de 2006, fecha en la que se produjo el supuesto soplo, se encontraba en "el arco alpino, a caballo entre Francia e Italia", y se tuvo que desplazar hasta las proximidades de la estación de Baiona para mantener el encuentro.

"¿No era más seguro reunirse en otro punto?", le ha preguntado el fiscal Carlos Bautista después de recordarle que en aquella época contaba con un teléfono de la compañía Italia Móvil. "El mundo de lo clandestino no es seguro nunca, he corrido peligro todo el tiempo que he estado colaborando", ha contestado el confidente.

Romano ha detallado que Pamiés "velaba por mi seguridad y la continuidad de obtención de datos".

El presunto 'chivatazo', en pleno proceso de paz

Los hechos enjuiciados ocurrieron el 4 de mayo de 2006 cuando, según las acusaciones, Ballesteros, entonces inspector de la Brigada de Inteligencia de Araba, acudió al bar Faisán de Irun y le entregó un teléfono al dueño del local y supuesto miembro de la red de extorsión de ETA, Joseba Elosua. Al otro lado de la línea estaba, supuestamente, Pamiés.

A Elosua le seguía desde hacía meses un dispositivo policial que averiguó que ese día se iba a reunir en el bar con el supuesto miembro de ETA Cau Aldanur para darle 54.000 euros procedentes de una extorsión a un empresario.

Las fuerzas de seguridad pretendían culminar la investigación esa misma jornada con la "Operación Urogallo", que se vio frustrada cuando, según el fiscal, Pamiés alertó a Elosua en una conversación telefónica de 8 minutos y 11 segundos.

Las defensas del exinspector José María Ballesteros y Pamiés sostienen una versión muy diferente a la del fiscal y piden su libre absolución.

La abogada de Pamiés, María Ponte, afirma que su defendido ese día tenía una cita con un confidente infiltrado en ETA, El Romano -que declarará en el juicio-, y que mandó a Ballesteros a reconocer la zona.

El abogado de Ballesteros, José Luis Vegas, también aduce las deficiencias en la investigación y asegura que su cliente solo estaba en la zona haciendo una batida de reconocimiento bajo las órdenes de Pamiés.

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