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TEATRO
Ramón Barea: "Pío Baroja funcionaría en una radionovela"
El Teatro Arriaga rinde homenaje al creador donostiarra representando 'La lucha por la vida'; una adaptación de casi tres horas de duración en el escenario dirigida e interpretada por Barea junto a los nueve actores y actrices que dan vida al centenar de personajes que componen la obra.
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Diego Pérez, Itziar Lazkano y Ramón Barea. Fuente: Distrito Euskadi
22:48 min



Dice Ramón Barea que Pío Baroja ha sido un gran olvidado en el teatro, a pesar de que sus obras tienen estructura y traslación escénica. "Baroja funcionaría en una radionovela", asegura sin dudar. Al final ha sido el Teatro Arriaga quien "se lleva el Baroja al agua". Un Baroja que sube al escenario en forma de adaptación de la trilogía La lucha por la vida. Ha sido una labor titánica, que comenzó resumida en más de 500 folios y que acabó condensada en torno al centenar. Una síntesis y una teatralización firmada por el dramaturgo José Ramón Fernández.
El resultado son casi tres horas sobre el escenario y un centenar de personajes representados por un elenco de 10 actores. Con Barea como Baroja y con Arnartz Puertas como el joven protagonista Manuel Alcázar, el resto de los personajes caen en manos de Aitor Fernandino, Olatz Ganboa, Ione Irazabal, Itziar Lazkano, Sandra Martín, Alfonso Torregrosa, Leire Ormazabal y Diego Pérez, a razón de unos 10 personajes por cada intérprete. Llevar a Baroja al teatro es todo "un reto", insiste Itziar Lazkano, "y al que nos enfrentarnos de cero". 60 escenas distintas "y muy cortitas", asegura, que discurren "a un ritmo cinematográfico trepidante", subraya Barea. "Es un trabajo de carpintería porque no tenemos donde agarrarnos; pero tenemos el texto, la palabra y el físico". "Tienes que salir a darlo todo porque no hay más oportunidad de ir calentando motores", añade la actriz.
Reconoce Diego Pérez que es ahora "cuando está descubriendo a Baroja" y que le gusta el universo que el autor guipuzcuano narra. Un universo donde se dibuja una sociedad decadente pero representada sin perder el humor. Lo resume bien José Ramón Fernández: "Nos presenta una estampa que podría ser trágica, de un Madrid sórdido, y sin embargo, en todo momento hay un punto de humor, una mirada reflexiva que es fascinante". "Tiene algo de Lazarillo del siglo XXI", apunta Barea.

