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Irati Jiménez

El insulto, de la ofensa a la creación poética

Menospreciar a alguien con clase es un arte. La tradición nos deja muchos ejemplos de cómo faltar a alguien con elegancia, como lo hacían Góngora y Quevedo. Nos lo cuenta Irati Jiménez.

  • 21:44 min
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Saber insultar con clase es como saber poesía. Hay que valer. El diccionario y la tradición nos dejan muchos ejemplos de insultos que en lugar de ofender, más bien parecen alagar. Pero en realidad es un espejismo porque su ofensa solo está al alcance de personas con cultura, por lo que el insulto puede hasta ser más hiriente. 'Caracol baboso, arrastrado y cornudo', 'Meapilas', 'Cabeza de camarón', 'burropeto', 'cíclope tierto', 'bobotonto'... la lista es amplia.

El Quijote de Cervantes es un claro ejemplo de insultos elegantes. También las cartas que se cruzaban Quevedo y Góngora son dignas de echar un vistazo. El insulto está muy presente en el día a día. A veces de manera zafia, soez y burda. Pero en otras ocasiones, bien empleados, puede resultar hasta gracioso. El cine, con pelíuclas como La chaqueta metálica, ha demostrado que bien empleado puede ser hasta apropiado. Si quieres echarte unas risas, escucha esta sección maravillosa que nos trae Irati Jiménez.