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ACTUALIDAD
Crónica de Euskal Herria, 31 de octubre
José Féliz Azurmendi analiza cada semana en Crónica de Euskal Herria la actualidad. En su sabatina, resume los acontecimientos que han marcado la semana.
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José Félix Azurmendi
9:38 min
Ya está la mayoría de nosotros en alerta roja, y es probable que en unos días lo estemos todos. Pero se trata solo de la alerta oficial, porque no son pocos los que parecen no darse por enterados y están molestos porque no pueden salir de puente, visitar los cementerios, salir de compras o de copas. Debe ser que a ellos y los suyos no les ha golpeado el coronavirus (todavía) y no se toman en serio la alarma. Puede ser también que le resten importancia, a la vista del desaguisado que los propios administradores de la cosa pública han organizado. Estamos en tiempo de mediciones matemáticas, explicaciones mediante semáforos, publicación de porcentajes, recurso a confinamientos parciales y perimetrales, que no dejan de ser una manera fría y distante de explicar las cosas si no te afectan directamente. Se entiende que las autoridades no quieran atemorizar en exceso con mensajes del estilo de los que se han utilizado para combatir los accidentes de tráfico, pero algo más y distinto habrá que hacer y comunicar para que tomemos todos conciencia de lo que significa nuestra inconsciencia. Algo más de dramatización va a hacer falta para que cale el mensaje.
Los disturbios contra las restricciones adoptadas para contener la pandemia empezaron dentro del Estado español en Sevilla, siguieron en Bilbao, y continuaron en Barcelona y Burgos. Las protestas habrían sido convocadas, según explicaciones más o menos precisas, por negacionistas y habrían sido seguidas por representantes del sector hostelero, a los gritos de libertad. Ha sido la Policía catalana la más precisa a la hora identificarlos como grupos heterogéneos de motivación diversa, en los que se hicieron presentes grupos de extrema derecha muy violentos y organizados. La Ertzaintza explicó por su parte que se trató de una convocatoria de negacionistas sin motivación política, sin ideología, de jóvenes entre 17 y 32 años y detuvo a seis de participantes que avalarían la tesis de dos tipos de perfiles entre ellos. Como si hiciera falta, los ertzainas entrevistados dijeron prontamente que nada tenía que ver en ello la izquierda abertzales, lo que debió animarles a decir, tal vez apresuradamente, que se trataba de gentes -¿jóvenes de hasta 32años?- sin ideología ni motivación política.
Una cena de entrega de premios en el Casino de Madrid ha escandalizado a todos
Desde luego España es diferente, e irresponsable, ha debido pensar quien la mira desde fuera, al ver a las imágenes, no tanto de los disturbios, que también en Italia, Francia y otros escenarios se dan, sino las del festejo organizado por un medio de comunicación al que concurre lo más granado de la política, las instituciones y el mundo empresarial, juntos y revueltos, saltándose todas las recomendaciones que para los demás tienen. El asunto ha sido suficientemente aireado y no entraré en sus detalles, pero no he oído ni visto de nadie que se haya interesado por los pagadores del costoso sarao y sus presumibles motivaciones.
El Español se llama el medio convocante, y Pedro J. Ramírez es su director. Se trata de un modesto periódico digital. Ni la lógica comercial ni una supuesta campaña de imagen pueden explicar que empresas de tanto peso estén interesadas en esa promoción. ¿Por qué entonces se avienen a hacerlo? Cierto es que Pedro J. tiene un peso específico muy superior al del medio al que da nombre y que su peso tiene mucho que ver con el temor a desairarlo. Y cierto es que las grandes empresas siempre reservan un capitalito para las buenas obras que les permitan ser acreedoras de favores y buen trato como contrapartida cuando sea necesario, incluso sin hacerlos explícitos. No hacía falta haber leído el libro del ex director de El Mundo David Giménez para saber de los secretos, intrigas e intereses de la prensa, para saber quiénes son finalmente los rectores de los medios de comunicación, los que condicionan su línea editorial en los temas de fondo. Muy especialmente cuando todos están con el agua al cuello. No hacía falta leerlo, pero su lectura aborda desde dentro y sin velos una realidad que ningún medio está interesado en airear, que lo hace muy aconsejable.
La opinión pública francesa está conmocionada por los atentados que en nombre de Alá se han reproducido estos días. No es ajena a esa conmoción el modus operandi, la biografía de sus ejecutores y la sensación de que son imprevisibles e imposibles de evitar. Que haya connacionales nuestros que participan de ella no se muestra suficiente para que esté interesando en exceso a nuestra opinión publicada. Leo en Enbata, Viento del Norte, esa revista que ha cumplido recientemente sesenta años, un artículo de Xipri Alberbide para preguntar si la libertad de periodista es o no absoluta, si existe para él una libertad sin límites superior a la de los demás. Se refiere naturalmente a Charlie Hebdo y a las caricaturas de Mahoma en el origen de esta ola de atentados. Xipri es sacerdote, además de periodista, y ha vivido entre musulmanes en su juventud, y sus preguntas ya sugieren su respuesta. A mí, lo que me sugiere es que cuán lejos de París y de Baiona vivimos, cuán cerca de Madrid y Sevilla. Cuán enredados estamos por los asuntos y los personajillos de Madrid, y qué poco habituados a mirar hacia arriba.
Alberbide inicia su discutible colaboración, que de eso se trata, con una muy sugerente cita de Jomo Kenyatta, presidente de Kenia: “Cuando los misioneros llegaron a África, tenían ellos la Biblia y nosotros la tierra. Ellos nos enseñaron a rezar con los ojos cerrados. Cuando hemos reabierto los ojos, nuestros teníamos la Biblia y ellos la tierra”.