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Episodio V
La suerte está echada
E.O.
EITB
Natxo se quedó a las puertas de conseguir el último billete hacia la cumbre del Aconcagua.
Ninguno de los expedicionarios imaginaba la importancia del tercer sobre verde, ni mucho menos el peaje del Cerro Bonete por superar la mítica barrera de los 5.000 metros.
Con la única información de que se trataba de una nueva prueba, partieron hacia la cumbre del Cerro Bonete los cinco aspirantes y precisamente esa falta de datos acerca del propósito de la prueba le iba a acarrear graves consecuencias a uno de los máximos aspirantes, a Natxo.
Fiel a su línea de trabajo, Natxo se pegó a Juanito e intentó seguir el paso del jefe de expedición, grave error a la postre ya que su esfuerzo no tuvo la recompensa esperada al superar los 5.000 metros. No se trataba de llegar primero y la prueba estaba en la cumbre del Bonete. Carina, la doctora de la expedición, los esperaba con sus temidas mediciones. Así es: el tercer y definitivo sobre verde, escondía una prueba de aclimatación: los parámetros médicos de saturación, tensión arterial y ritmo cardíaco marcarían la diferencia de cara a la selección y final.
El esfuerzo de Natxo fue inversamente proporcional a sus expectativas ya que todos sus parámetros estaban disparados y eso le costó qudar en última posición. Por delante de él Nagore, Lourdes, Azucena e Iker que se repartieron el resto de puntos respectivamente.
Natxo se dio cuenta de su error nada más pisar la cumbre. La doctora no le traía buenos augurios y no andaba desencaminado, más aún cuando Julian les comunicó que con esta tercera prueba se cerraba la competición. con 13 puntos, Iker ya tenía su billete para la fase final de la ascensión. Nagore y Lourdes, con seis puntos cada una, se quedaban a un paso de cumplir su sueño y el segundo billete para poder intentar tocar la cumbre del Aconcagua se lo disputaban Natxo y Azucena, empatados a diez puntos; una situación insólita y de difícil solución.
Pero quién mejor que un experto montañero y además guía de la expedición para tomar tan dramática decisión. Juanito estaba entre la espada y la pared, algo que no esperaba y que le ponía en un grave aprieto: tenía que acabar con el sueño de uno de los dos, Natxo o Azucena, Azucena o Natxo...
La tensión en Plaza de Mulas se hizo insostenible hasta que Juanito soltó la bomba: Azucena sería la elegida para acompañar a Iker hacia la cumbre. Natxo no se lo podía creer, su sueño se le escapaba entre los dedos, si no hubiese corrido tanto, un latido menos, un poco de oxigeno más... pero ya era demasiado tarde. El ambiente del grupo no era todo lo festivo que debía de ser: Natxo, desencantado, seguía metiendo presión y los festejos de Iker y Azucena se vieron ensombrecidos por la tristeza de sus compañeros. La suerte estaba echada, pero aún quedaba un último sobre verde del que nadie se acordaba ya.