Jerónimo de Ayanz ideó el primer submarino 3 siglos antes que el de Peral

En la sección El armario del tiempo del escritor Álvaro Arbina en 'Boulevard' hemos hablado de Jerónimo de Ayanz y Beaumont, una persona 'adelantada a su tiempo, con una actitud visionaria' que tras su muerte 'sus trabajos y sus logros quedaron relegados al olvido'.

Jerónimo (1553-1613) nació en el seno de una familia noble en Gendulain (Navarra). Debido a su alta cuna y a los servicios de su padre al rey Felipe II, había luchado a su lado en San Quintín y era montero real, comenzó su carrera como paje real. Un joven en la corte tenía la ventaja de criarse con los herederos de las familias más poderosas de su época, con los contactos políticos que eso implicaba, y de poder contar con los mejores maestros del momento, consiguiendo una magnífica formación.

El joven Jerónimo 'llegó a ser una leyenda por su fortaleza física' y debía ser un mocetón alto y fuerte, del que se decía que era 'capaz de doblar barras de hierro en la nuca y atravesar planchas de plata, no sabemos el grosor, con un dedo'.

Lope de Vega lo retrató en una comedia llamada Lo que pasa en una tarde.

Jerónimo de Ayanz fue un gran inventor y en 1606 registró la patente de la máquina de vapor, es decir, 155 años antes de que Watt la pusiera en marcha. En 1602 sumergió un buzo en el Pisuerga ante Felipe III e ideó el primer submarino unos tres siglos antes que el de Peral.

Además inventó la 'bomba de achique, un antecesor del submarino con una pinzas para poder rescatar tesoros, bombas de riego, molinos de rodillo metálico... En 1606 se le llegaron a conceder hasta 48 inventos diferentes'.