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Álvaro Arbina

Jaun Zuria: ¿leyenda o realidad?

Álvaro Arbina nos acerca la figura de Jaun Zuria, fruto de crónicas y genealogías inciertas, de tradiciones y literatura medieval, y seguro que también, de sucesos reales mitificados y sintetizados.

  • Pintura de Anselmo Guinea

    Pintura de Anselmo Guinea

    11:33 min
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El escritor Álvaro Arbina nos acerca en 'Boulevard' a la playa de Laidatxu, en la entrada de Urdaibai, en el siglo IX de la era cristiana. Según los cronistas, una nave extranjera desembarca en las arenas de Mundaka. En ella viaja la hija del rey de Escocia. En poco tiempo tendrá un hijo que se convertirá en leyenda ya que se convirtió en el Primer Señor de Vizcaya tras vencer a los intrusos asturleoneses en la batalla de Padura, creando así el régimen foral vasco. Las crónicas lo nombran Jaun Zuria, el Señor Blanco, que fue apodado así por sus vasallos, debido a su claros cabellos rubios y a su tez extremadamente pálida.

La figura de Jaun Zuria fue durante mucho tiempo controvertida. Motivo de polémica entre historiadores, escritores y políticos, el legendario primer Señor de Vizcaya ocupa un lugar en el acervo de tradiciones, leyendas y mitos del País Vasco. De su existencia no hay pruebas documentales. Las primeras noticias con continuidad sobre los señores de Vizcaya las encontramos a partir de 1040 con Iñigo López, que primero estuvo a las órdenes del rey de Pamplona y en 1076 pasó a depender del monarca castellano Alfonso VI.

Más leyenda que realidad, el mito de Jaun Zuria ha atravesado la historia como un sugerente relato de aventuras, fantasía y caballerías aunque con algún sustrato histórico aún no muy claro. Una historia con elementos celtas, castellanos y vascones; históricos y fabulosos, heroicos  y corteses.

La historia se remota al Siglo IX (hacia 870) donde el territorio de Vizcaya, desprovisto de señor feudal, recibió la llegada de las tropas del rey de Asturias y León reclamando la dote periódica en especies que los vizcaínos habían pagado al reino de Asturias desde tiempo atrás, pero estos se negaron reclamando su hastío de seguir dependiendo de los astur-leoneses. Encolerizado, el rey Alfonso y sus tropas arrasaron y quemaron varias zonas y poblados de la costa vizcaína matando a muchos de sus habitantes. Los vizcaínos, quisieron responder al cruel monarca astur y el rey les declaró la guerra, pero dijo que solo lucharía contra un ejército comandado con alguien de linaje real. El joven nacido en Mundaka, hijo de una princesa desterrada de Escocia, accedió a convertirse en el comandante de los ejércitos de Vizcaya ante la petición de los vizcaínos. Sus nuevos vasallos le llamaron Jaun Zuria por sus claros cabellos rubios y su extremadamente blanca tez, inusuales para ellos.

Jaun Zuria comandó las tropas vizcaínas contra las leonesas batiéndose en una cruenta batalla en el valle de Padura, un paraje cercano a  lo que más tarde será la villa de Bilbao. Sancho Estéguiz, poderoso Señor de Durango, luchó junto a Jaun Zuria pero cayó en la batalla, lo mismo que el bravo Ordoño, el hermano del rey Alfonso. Muchas fueron las bajas por ambos bandos y un espeso manto de sangre roja se esparció sobre el valle pedregoso, llamándose a partir de entonces la zona Arrigorriaga,  lugar de las piedras rojas.

La figura de Jaun Zuria viajó en el tiempo y traspasó circunstancias históricas, adecuándose a cada una de ellas como más convenía. Es decir, tuvo una especial relevancia, por ejemplo, tras las guerras carlistas y la posterior abolición de los fueros. Se rememoró al señor Blanco, se le elevó como la figura que hizo posible el principio de un tiempo de libertades que a finales del siglo XIX se daban por perdidas. También Sabino Arana recreó el hecho, aunque, curiosamente, prescindió de Jaun Zuria. Para él lo fundamental fue que los vizcaínos combatieron en la batalla de Arrigorriaga en el 888 por sus libertades.

Aún así, todo indica que aquel Señor Blanco fue un producto imaginario que surgió de la necesidad de explicar el origen que la institución tuvo en tierras vizcaínas, además de justificar a través de su persona las libertades y fueros del territorio. Verdad o mentira, lo cierto es que a lo largo del tiempo el debate abierto alrededor de su persona ha sido abundante. ¿Es posible que tras la leyenda se esconda una verdad histórica? Eso nunca lo sabremos. Nuestros orígenes siempre han sido objeto de debate. La Historia es brumosa.