Boulevard Magazine
Álvaro Arbina
Álava tierra de asesinos en serie en el Siglo XIX
Radio Vitoria
Álvaro Arbina nos trae la historia del Sacamantecas y de José de Elosegi, el panadero que envenenó a 1500 soldados británicos en la primera guerra carlista.
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Primera Guerra Carlista. Wikipedia
8:15 min
El caso de Juan Díaz de Garayo, más conocido como Sacamantecas, fue sin duda el más sonado, el más mediático y el que más conmocionó a los alaveses a finales del S. XIX, dejando una huella imborrable en el imaginario colectivo durante décadas. Sin embargo, la Vitoria del XIX contó con un largo historial de escabrosos sucesos, especialmente uno de ellos, el protagonizado por un panadero durante la Primera Guerra Carlista.
Entre 1833 y 1840 se enfrentan los carlistas, partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y de un régimen absolutista, y los isabelinos, defensores de Isabel II y de la regente María Cristina de Borbón, en la primera guerra civil de España. Esta primera guerra carlista tuvo un gran impacto en el País Vasco.
La Vitoria de entonces era un enorme cuartel con más de 22.000 soldados de distintas procedencias y banderas. Una ciudad que tenía aún un perfil casi medieval, con sus murallas viejas y fortificadas para la guerra, que además suponía un enclave de posición estratégica, razón por la que acogió a muchos soldados. A finales de 1835 unos 10.000 hombres de la denominada Legión Auxiliar Británica se instalan en Vitoria.
Había otro tipo de voluntarios denominados Txapelgorris, en el que se integraban italianos, franceses y 200 aragoneses que defendían la causa liberal. Todos estos ingredientes complicaron la vida en Vitoria y hubo grandes problemas para alojar a los soldados.
En sus 5 meses de estancia, sin pegar un solo tiro, murieron en Vitoria 1500 soldados británicos de la Legión Auxiliar Británica. Nadie sabía lo que pasaba, morían por enfermedad. Dado que en otras ciudades acantonadas como Santander, Bilbao o San Sebastián no enfermaban de esta forma, los mandos empezaron a sospechar que algo raro pasaba.
Ante la mala alimentación, la demora de las pagas, y las muertes de sus compañeros, los soldados de la Legión comenzaron a desertar. Pronto se descubrió que quien las organizaba era José de Elosegi, el panadero que suministraba pan a la Legión.
Uno de los desertores escribió a su sobrino, llamado Nangles y que aún seguía en la Legión, y le instó a que desertara. Al parecer los carlistas pagaban y alimentaban mejor. En la misiva le invitaba a seguir sus pasos, indicándole que en el panadero hallaría facilidades para conseguir la fuga.
Nangles se lo comunicó a la cadena de mando, con lo cual la legión británica encontró lo que estaba buscando, alguien que perteneciera a la quinta columna del enemigo. Cuando registraron su panadería, descubrieron ocultas cantidades industriales de tóxicos y venenos. Su arresto sería un castigo ejemplar que atemorizaría al resto de conspiradores.