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Vascos por el Mundo

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VASCOS POR EL MUNDO

Seis vascos en Panamá, el país de los contrastes, rascacielos e islas paradisíacas

ETB

El reportero Roberto Vázquez nos muestra los rincones más especiales de la ciudad ubicada en el sureste de Centroamérica de la mano de seis vascos que actualmente residen allí.

  • Comunidad indígena Emberá Querá, Panamá

    Comunidad indígena Emberá Querá, Panamá

"Vascos por el Mundo" se desplaza a 8.242 kilómetros para visitar Panamá y su capital conocida por la construcción del skyline más alto de América Latina. Un país en el que la arquitectura y la ingeniería han dejado obras tan magníficas y complejas como el gran Canal que une los océanos Pacífico y Atlántico.

Panamá es conocida por sus contrastes, ya que por un lado, su capital es un importante centro de negocios que alberga los mayores rascacielos de todo Latinoamérica, y por otro lado, es un país volcado hacia dos mares como hemos citado anteriormente. Al norte se sitúa el Caribe, con playas de ensueño dónde parece que nunca pasa el tiempo, y al sur está el Pacífico, un lugar ideal para los amantes del surf.

Conocemos todo estos rincones de la mano de nuestros seis "Vascos por el Mundo".

Paul, un ingeniero loco por el surf

Paul, natural de Algorta, tiene 28 años y es un ingeniero civil que lleva en Panamá casi dos años. Es un chaval deportista que ha sabido estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado en varias ocasiones, y, ahora, esas dos circunstancias se han dado en Panamá donde está absolutamente encantado. Profesionalmente está en su mejor momento trabajando para una gran empresa constructora china. Aunque reconoce que lo peor de ir a trabajar son los atascos diarios. Y es que los panameños se pasan una hora y media al día en atascos de tráfico. Asegura que conducen mal, aunque las carreteras están salpicadas de puestros de fruta que atienden a los conductores.

Amante del surf, se trajo su tabla desde Euskadi y surfea en las playas del Pacífico con su ajada camiseta del Athletic. Dice que es una gozada practicar este deporte en Panamá, ya que la temperatura del agua varía entre los 25 y los 29 grados.

Desde la playa, nos lleva en su coche al puerto pesquero que ofrece una estampa de lo más variopinta, con sus barcos un tanto deteriorados, y, al fondo, la zona financiera con sus rascacielos. Tambien nos ha mostrado el popular Mercado de Mariscos, convertido en reclamo turístico, donde se vende pescado fresco a muy buen precio.

Sara, amante del casco antiguo

Sara de Maintenant, Bilbao. Llegó en enero del 2016 por una beca del Gobierno Vasco para encontrar un hueco en el mundo de la arquitectura. Llegó para 6 meses y ya lleva 3 años y medio en Panamá. Con ella descubrimos las curiosidades del casco antiguo; tales como, las torres de la catedral metropolitana, la plaza Herrera, el altar de oro y el barrio del Cangrejo.

La bilbaína llegó a la ciudad para desarrollar un proyecto de regeneración urbana en el centro. Por ello, es una amante del casco antiguo y sus increíbles rincones. Así, la arquitectura de Panamá le ha regalado momentos tan importantes en su vida como el amor de su pareja al conocerse en las entrañas de la construcción de uno de los rascacielos en los que trabaja actualmente.

Iker y la histórica unión de dos océanos

Las coincidencias de la vida a veces marcan nuestros caminos y eso fue lo que le ocurrió al deustuarra Iker Uriarte que llegó por casualidad a la ciudad latina en la que lleva viviendo, nada más y nada menos, que 6 años. Un ingeniero técnico informático que ha cumplido su sueño laboral y que nos narra la historia de una de las obras de ingeniería más valoradas del mundo, el Canal de Panamá.

El canal mide 80 kilómetros de largo y tiene una anchura que oscila entre los 90 y los 300 metros. Es un gran motor económico que genera unos 2.300 millones de euros anuales. Al conectar ambos océanos, se convierte en una de las principales vías de comercio, ya que permite un tránsito corto y barato a los barcos de mercancías. Más de 22.000 personas murieron en la construcción del canal, muchos de ellos por enfermedades tropicales.

Aizea García y la arquitectura de Frank Gehry

La donostiarra tiene 28 años y llegó a Panamá para darle un impulso a su carrera como arquitecta. Lleva dos años y medio en Panamá acompañada de su pareja que no dudo ni un segundo en compartir con ella esta gran aventura. Ambos se conocieron trabajando en el restaurante “Ni neu” de Donostia dónde se casarán dentro de dos meses.

Aizea nos muestra uno de los edificios más espectaculares del mundo, el ‘Biomuseo’ de Panamá diseñado por el conocido arquitecto Frank Gehry. Tal y cómo nos narra la donostiarra, la mujer de Gehry era panameña y por ello, regaló esta gran obra a la ciudad.

June Pomposo, una enamorada de la naturaleza panameña

June tiene 35 años y es natural de Bilbao. Llegó Panamá hace año y medio persiguiendo su sueño. Desde entonces, le ha cambiado la vida radicalmente y presume de estar muy feliz. Durante la semana trabaja con mucha intensidad, pero el fin de semana lo aprovecha al máximo visitando islas y rincones salvajes y poco concurridos.

La bilbaína nos brinda el gran placer de poder conocer una comunidad indígena como los ‘Emberá Querá’, que nos abren sus puertas para conocer cómo se vive aislados de los mayores rascacielos del mundo. La llegada en canoa hace posible acceder a uno de los lugares más inaccesibles de todo Centroamérica. Una experiencia sin igual que nos muestra la otra cara de Panamá.

Eugenio, y las 365 islas de Guna Yala

Eugenio tiene 29 años, es de Irún y estudió administración de empresas. Trabajaba en una entidad bancaria, pero le surgió la posibilidad de viajar a Panamá con una beca del Gobierno Vasco, y no lo dudó ni un instante. Actualmente, trabaja para la ONG Save The Children, una profesión que le lleva a recorrer el mundo entero desde Ciudad de Panamá.

Eugenio nos ha mostrado que se puede vivir en una ciudad como la capital panameña de 2 millones de habitantes y sus grandes sus rascacielos, y estar rodeados de naturaleza y animales. También nos ha llevado hasta el archipiélago de San Blas, uno de esos paraísos caribeños repletos de islas con los que todos soñamos. Allí se encuentra la comunidad Guna Yala, que vive bajo sus propias leyes con el permiso del gobierno panameño.