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Arte

Fondos propios

La ausencia protagoniza las obras de la nueva muestra del Guggenheim

Redacción

Los artistas Elssie Ansareo, Manu Arregui, Juan Manuel Ballester, Prudencio Irazabal, Darío Urzay y Juan Uslé interpretan la figuración y la abstracción en las obras que recoge la nueva propuesta.

  • 'La balsa de las medusas', de José Manuel Ballester. Foto: Guggenheim Bilbao

    'La balsa de las medusas', de José Manuel Ballester. Foto: Guggenheim Bilbao

El Museo Guggenheim Bilbao expone desde este martes once obras de dos generaciones de artistas contemporáneos, Elssie Ansareo, Manu Arregui, Juan Manuel Ballester, Prudencio Irazabal, Darío Urzay y Juan Uslé, que juegan en sus obras con la presencia y la ausencia.

Son obras procedentes de los fondos propios del Guggenheim Bilbao, que se han agrupado en dos ámbitos: uno para la figuración y otro para la abstracción.

Al primer apartado pertenece la obra de la mexicana Elssie Ansareo El baile de las flâneuses, un gran mural de doce paneles fotográficos en el que los personajes de una familia posan en un entorno de luces y sombras.

El santanderino Manu Arregui ha presentado dos vídeos: uno, Irresistiblemente bonito, tiene como eje central a Vanesa Jiménez, una muchacha con una gran minusvalía, conocida como "la niña de los huesos de cristal". Vanesa alcanzó fama en televisión como ejemplo de superación personal.

El otro vídeo de Arregi es Con gesto afeminado, completado con una escultura. En este trabajo, Arregui parte de una película de 1935 sobre los Ballets Russes, con un sustrato homosexual obvio, que destaca para cuestionar la hegemonía de la masculinidad.

El madrileño José Manuel Ballester expone tres obras en las que juega con el espacio vacío y las huellas que dejan las personas, ausentes de sus cuadros.

Ballester reinterpreta obras maestras del arte: así, en 3 de mayo, evoca el cuadro de los fusilamientos de Goya dejando en la escena únicamente un charco de sangre en la tierra, iluminado.

En su visión de Las Meninas, Ballester también prescinde de los personajes limitando la atención del espectador a las obras de arte que aparecen en el cuadro, la luz y la propia composición.

El más inquietante es la enorme y tenebrosa versión de La balsa de la Medusa, basada en un lienzo de Théodore Géricault, que representa las horas posteriores a un naufragio en el que más de cien personas navegaron durante días en una balsa improvisada. La fotografía de Ballester muestra los restos de la balsa, pero carente de presencia humana.

La otra parte de la exposición presentada este martes se centra en la abstracción.

El bilbaíno Darío Urzay enfrenta dos versiones de su obra En una (Microverso) fracción, una en rojo y otra en azul cósmico.

El santanderino Juan Uslé presenta dos versiones de su serie Soñé que revelabas, que se caracterizan por franjas horizontales de pinceladas verticales de pintura negra que se repiten metódicamente, creando la sensación de movimiento lento o palpitante.

Por último, el alavés Prudencio Irazabal expone Sin título #767, formada por cuatro paneles de un intenso color rojo.

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