Cine
Artículo de opinión
Kimuak triunfa en el circuito internacional de cortometrajes
Arkaitz Villar
Redacción
Es de extrañar la poca repercusión que tienen en la sociedad los éxitos obtenidos por la iniciativa de la Filmoteca Vasca.
El catálogo de 2010 de Kimuak ha contado con nueve cortometrajes en vez de los ocho habituales. Este dato es un claro reflejo del buen estado de este género en el País Vasco. Cada vez hay más producciones en corto y la calidad también va creciendo.
Entre los trabajos seleccionados en el catálogo se encuentra Artalde, último cortometraje hasta la fecha de Asier Altuna. Este trabajo obtuvo el premio al Mejor Cortometraje del Estado en la pasada edición del festival Zinebi. Después, también fue premiado en Polonia y Ucrania. Además, ha participado en festivales de Italia, India, Gran Bretaña o Turquía y en breve lo hará en el conocido festival de Aspen.
La gran carrera, de Kote Kamatxo, también parte de una idea de Altuna. El cortometraje obtuvo una gran ovación en el pasado festival de Gijón. Además, tuvo el honor de participar en la pasada edición del prestigioso festival de Clermond-Ferrand. Los próximos meses competirá en países como Chile, Canadá, Australia, Estados Unidos, Rumania y Suiza.
Amar es una trabajo de animación realizado por Isabel Herguera. Tras participar en Jordania, fue premiado en festivales como Animadrid, Alcine y Euroshots (Polonia). Este trabajo que narra el viaje que realiza Inés para visitar a Amar, también será proyectado en Colombia, Finlandia, Estados Unidos, Holanda, Iran o Túnez.
El cortometraje vitoriano Daisy Cutter, está realizado con la técnica de 3D. Ambientada en Irak, cuenta la historia de una niña que ha perdido a su compañero de colegio. Fue premiado en el Miami Short Film Festival y en breve viajará a Irlanda, India, Bahamas y Estados Unidos.
Para completar el éxito del catálogo, trabajos como Khorosho, Ondar ahoak y El premio también han sido premiados en diferentes festivales.
Todo esto no tiene sentido si luego la sociedad no es capaz de valorar la escena del cortometraje vasco. Lo preocupante, es que tanto los gestores culturales como los programadores no sean conscientes del valor que tenemos entre manos.