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Manu Gómez: "'Érase una vez en Euskadi' es un homenaje a la amistad y a los sueños rotos"

Natxo Velez | EITB Media

Manu Gómez presenta esta noche en el Zinemaldia su ópera prima, "Érase una vez en Euskadi", un homenaje a la amistad y a los sueños rotos en la Euskal Herria de mediados de los 80.

  • Manu Gómez, director de "Érase una vez en Euskadi"

    Manu Gómez, director de "Érase una vez en Euskadi"

Euskaraz irakurri: Manu Gómez: "Adiskidetasuna eta amets hautsiak omentzen ditu 'Érase una vez en Euskadi'k"

Las ilusiones son el motor del mundo, son las que nos hacen movernos y nos exponen a nuevas situaciones, pero tienen un peligro congénito: se pueden romper.

 "Érase una vez en Euskadi", primer largometraje del director Manu Gómez (Arrasate, 1973), es un viaje de 100 minutos por las ilusiones de parte de los habitantes de un pueblo industrial de la Euskal Herria de 1985, sueños con banda sonora punk (RIP, Joey Ramone, Barricada…), repletas de pintadas en las paredes y bajo la sombra de la violencia de ETA, el conflicto político, la amenaza del sida y, claro, la necesidad de llegar a final de mes.

Gómez presenta esta noche en el Zinemaldia una vuelta a su Arrasate natal y una mirada costumbrista a su infancia de la mano de un cuarteto de niños protagonistas y las historias que los rodean. Desfilan por la pantalla sueños de verano y sueños de una nueva vida, muchos de ellos destinados a romperse y efectivamente rotos; de todas formas, ya sea en el cine o en la vida, que no tenga final feliz no quiere decir que una historia no valga la pena.

Hablamos con Gómez sobre "Érase una vez en Euskadi", que cuenta con la participación de EITB.

Para tu primer largometraje, vuelves a Debagoiena de mediados de los 80 ¿Era posible esta película en otro escenario?

La película no pretende ser una radiografía sociopolítica sobre la época, pero es imposible evitarla, de alguna manera. De todas maneras, también es cierto que para hacer esta película he tenido que coger mucha distancia con lo que nos pasó en los 80 y con cómo lo viví yo.

Esta película seguramente hubiera sido muy diferente si se hubiera hecho hace veinte años.

Creo que "Érase una vez en Euskadi" es un homenaje a la amistad y a los sueños rotos de aquella época.

¿Qué elementos de ese marco no podía faltar en el universo de "Érase una vez en Euskadi"?

Fundamentalmente, para mí, la música, el punk, el sida y la presencia de ETA, que estaba en sus momentos más álgidos, en los años de plomo. Escapar de todo eso cuando haces una especie de radiografía de un pueblo, que en mi caso es Arrasate, es imposible.

'Érase una vez en Euskadi'

'Érase una vez en Euskadi'

Y se trata de una película costumbrista sobre estas familias que llegaron a ese lugar a buscarse las castañas, como muchos lo hicieron en Cataluña.

Existe en la historia una mirada nostálgica a la infancia, esa verdadera patria del hombre que decía Rilke. ¿De qué manera crees que nos determina nuestra infancia o, si prefieres, nuestro pasado?

Realmente, cuando echas la vista atrás a aquella época, lo que allí pasó es un caldo de cultivo que alimenta muchísimos guiones de todo tipo.

Yo siempre utilizo una frase de García Márquez que dice que la vida no es lo que uno vivió sino lo que recuerda y cómo lo recuerda. Aquello nos marcó mucho, pero formaba parte de una cotidianeidad. La película comienza con una secuencia en la que, después de una manifestación, los niños protagonistas recogen pelotas de goma para jugar.

Más tarde descubres que hemos tenido una infancia muy jugosa y que yo repetiría mil veces. A pesar de todo, los niños teníamos la obligación de ser felices y lo pasábamos en grande, aunque estuviéramos rodeados de vidas muy duras: la muerte, el sida, que arrasó en mi pueblo, y la violencia estaban muy cercanos.

Temas decisivos como la pérdida de ilusiones, la muerte, la enfermedad o el abandono son mostrados desde la óptica de los cuatro niños protagonistas. ¿Qué ventajas te ha ofrecido ese prisma?

Es un homenaje a mi infancia y a mis amigos. Esos cuatro niños son frankensteins de muchos niños que conocí, y, realmente, eso no me supuso ningún límite.

Este guion fue una especie de vómito. No hice un esquema de guion al uso, y probablemente nunca vuelva a escribir así, pero el proceso fue un viaje, un tripi, por usar términos de aquella época.

Cuando te pones a rebuscar en los recuerdos de tu infancia, se produce una reacción en cadena y aparecen recuerdos que habían desaparecido. Vas buscando y aparecen situaciones, momentos, diálogos… No tuve ningún tipo de autocensura. 

'Érase una vez en Euskadi'

'Érase una vez en Euskadi'

¿Cómo ha sido trabajar con un reparto tan heterogéneo con actores muy jóvenes y otros muy experimentados como Marian Álvarez (Concha de Plata en 2013), Luis Callejo, Vicente Vergara o Josean Bengoetxea?

Del reparto solo puedo decir maravillas. Todos esos nombres que has mencionado, más Pilar Gómez, Vicente Romero, María Isasi…, forman parte de la élite de la interpretación, y fueron muy a favor siempre. Trabajar con ellos fue una auténtica delicia.

En el caso de los niños, al principio tenía miedo, pero luego fue todo mucho más fácil. Hice un casting tremendo a más de quinientos niños, pero realmente necesitas muy poco tiempo para saber si un niño puede encajar.

Con estos cuatro niños se produjo una magia inmediata desde la entrevista anterior a la prueba. No lo dudé ni un momento.

Además, en el rodaje y los ensayos están jugando todo el rato. No tienen presión ni una autoexigencia que sí existe en el adulto. No hay rastro de stanislavskis ni del martirio al que algunos actores se someten para hacer un personaje. Solo se lo pasaban bien.

Eres hijo de inmigrantes granadinos, como uno de los protagonistas, y la película ofrece un punto de vista un poco amargo de la inmigración, una especia de anverso del "sueño americano". ¿Te parecía importante mostrar la complejidad de las migraciones económicas?

El tema de Granada sí que es un homenaje a mis padres. A pesar de querer la tierra en la que vivían y amar Euskal Herria, a ellos les sacaron de una ciudad como Granada a los 16 años, por una serie de circunstancias, y los llevaron a Bergara en los 60.

Y en la película sí que aparece una realidad que ha estado presente en la clase obrera: en aquella Euskal Herria existía un conflicto, había una lucha por la independencia, pero el principal problema de esta gente era llegar a fin de mes.

Érase una vez en Euskadi'

Érase una vez en Euskadi'

35 años después de la acción de "Érase una vez en Euskadi", ¿qué te parece la sociedad vasca en la que participan los niños de 12 años de 1985? ¿Qué ha mejorado y qué ha empeorado?

Tengo clarísimo que no tiene nada que ver, que ha mejorado. En los 80 hubo algo que fue terrible y que nos marcó: la educación. En un colegio público dábamos una hora de euskera, y me hubiera gustado que no hubiera sido así.

Hoy en día no ocurre eso, y a nosotros se nos negó algo tan bonito como poder hablar en el idioma de la tierra en la que vives.

Pero todo ha cambiado mucho a mejor.

La película se estrena en el Zinemaldia. ¿Qué supone eso para ti? ¿Qué relación tienes con el festival?

Desde que estudié Cine en Sarobe, en Urnieta, en los años 90 siempre hemos ido al Zinemaldia. No hay festival mejor que ese en el Estado español, y es una pasada estrenar tu ópera prima en ese entorno.

No creo que haya un marco mejor para ello. Estamos más que encantados, felices, y deseosos también de que estrene en octubre en cines y ver la reacción del público.

Tengo ganas de meterme en una sala y observar. Los directores perdemos la perspectiva tras ver tantas veces las películas, y las reacciones siempre son sorprendentes.

¿Tienes algún otro proyecto entre manos?

No. De momento estoy buscando ideas para otro largometraje, pero todo está muy verde. Hay que ponerse a desarrollar y ver hacia dónde tiramos.

Al final, es una decisión vital porque aquello que decidas te va a llevar mínimo tres años de tu vida, en el mejor de los casos.

Yon González, en 'Érase una vez en Euskadi'

Yon González, en 'Érase una vez en Euskadi'