cultura
Xan Aire (EKE)
Daniel Landart: 'La escritura ha sido una medicina para mí'
El exvicepresidente de EKE habla de los recuerdos de su infancia y de los primeros años en el oficio de la imprenta en el libro 'Ahularen indarra'.
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Daniel Landart. Foto: EKE
Daniel Landart (1946, Donoztiri, Baja Navarra) se ha jubilado, y poco a poco va dejando el cargo de vicepresidente de EKE, el Instituto Cultural Vasco. Acaba de sacar el libro 'Ahularen Indarra' (Elkar), nuevas aventuras basadas en la publicación 'Aihen Ahula'. Ha plasmado sobre el papel sus vivencias, sus preocupaciones, sus miedos, y lo ha hecho por placer y por obligación. En esta primera parte habla de los recuerdos de su infancia y de los primeros años en el oficio de la imprenta. Prepara ya la segunda parte.
Xan Aire: No te aburres mucho jubilado, ¿no?
Daniel Landart: En estos últimos años he trabajado a media jornada. A decir verdad, he estado escribiendo Ahularen Indarra y ni me he dado cuenta. Este año, por el contrario, al dejar el puesto en el Instituto Cultural Vasco los primeros meses han sido duros. Pero ahora ya lo llevo mejor.
Dijiste que dejarías el trabajo con cierta tranquilidad
Sí. Y así ha sido. Todavía llevo algunos temas pequeños, en la estructura interna, para impulsar las cosas y para ayudar un poco, de paso.
¿Eso es importante?
Sí. ¡Mucho! Has estado por lo menos 20 años en un sitio, donde te los has pasado en grande... Yo por lo menos estaba muy contento. Y necesito todavía estar un año o dos ahí.
Además, el tema de la organización es bonito: tomar café con gente de Uztaritze, viajar un poco... Me he dado cuenta de otra cosa: me he vuelto vago de repente. Quiero decir, que se me pasa rápido el tiempo, aunque haga pocas cosas. No tener estrés me ha vuelto vago.
Hace tiempo que habías prometido una segunda parte de Aihen Ahula. ¿Por qué has reescrito esa primera parte?
Me he dado cuenta de que se puede volver a escribir el mismo texto, de otra manera. He acortado algunas historias para incluir una quincena de anécdotas. Me lo he tomado como un juego, y he disfrutado mucho rescribiendo.
¿Qué ha cambiado?
Se me hace más completo, y, en cuanto al estilo, igual es más elaborado. Para empezar, quería mejorarlo. Había mucho rezo en Aihen Ahula, y los he acortado. Aunque, ciertamente, rezaba mucho.
Es lector de hoy en día no lo comprendería. Otra aspecto que he cambiado es el hablar en 'zu'ka. Con mi abuelo, mi madre y mi mujer hablaba en 'zu'ka, y así lo plasmé en su momento. Pero lo he restringido. Por lo demás, son palabras de aquí.
Lo de la oración... resulta irónico en el texto...
Para mi, ahí, no es irónico. Era así: mi abuela se pasaba el día rezando. En nuestra casa era así.
Demasiado, ¿igual?
No conoces otra cosa, y no sabes cómo es vivir de otra forma. No había radio, ni televisión... Para mí nunca ha sido demasiado pesado eso de rezar. A veces sí que acababa un poco asqueado, pero no estaba en contra de ello. ¡Era así!.Yo mismo, siempre enfermo y alejado de mis amigos del pueblo, me dedicaba a rezar. Aún así, entiendo que hoy en día todo eso le resulte cómico al lector.
Sin embargo, a tu padre le gustaba bailar y contar...
Y a mí, ¡ni gota! Sobre mi padre he cambiado muchas cosas, ya que mi punto de vista tampoco es el mismo hoy. Le tenía miedo a mi padre. Era una persona severa, y eso es lo único que traslada de él Aihen Ahula: su rudeza.
Desde entonces he reflexionado: no era nuestro padre el duro; sino que la época era así. Es una cuestión de generación.