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'Zuri-beltzeko argazkiak'

Arantxa Urretabizkaia: 'El libro refleja mis recuerdos al desnudo'

Natxo Velez | eitb.eus

La escritora donostiarra presenta en su nuevo libro “Zuri-beltzeko argazkiak” fracciones de su pasado, para mostrar “cómo vivía esa generación que ahora está a las puertas de la vejez”.

“Zuri-beltzeko argazkiak” (editorial Pamiela), la nueva obra de Arantxa Urretabizkaia,  muestra, en palabras de la propia autora, las vivencias de “una familia euskaldun, vasquista, antifranquista, cristiana y trabajadora en un barrio humilde de la periferia de San Sebastián”.

Urretabizkaia ha dispuesto en su nueva obra, que presentará en la Feria de Durango, “fotografías emocionales”, recuerdos recogidos entre los años 1947 y 1960, que acercan al lector tanto situaciones cotidianas de la época como hechos que han dejado su poso en la actualidad.

 

Hemos hablado con Urretabizkaia, autora entre otros de Zergatik, Panpox (Hordago, 1979) y Koaderno gorria (Erein, 1998), para que acerque algunas claves de “Zuri-beltzeko argazkiak”.

Has recopilado en tu nuevo libro “fotos”, recuerdos, de hechos acaecidos entre 1947, año de tu nacimiento, y 1960. ¿Por qué terminan ahí?

Ese fue el año en el que terminé la escuela. A partir de entonces comencé a aprender un oficio. Por tanto, mi infancia terminó en 1960, y comenzó otra época de mi vida.

¿Cúal ha sido el criterio para establecer cúales de esas fotos que alimentan la memoria iban a aparecer finalmente en el libro?  Aparecen temas como Franco, el euskera, la ropa, juegos...

Muchas veces, como suele ser habitual, ha sido la intuición. En las fotos quería reflejar, qué duda cabe, el apartado político, pero también quería hacer un hueco a la la cotidianidad.

Acostumbrada a escribir ficción, ¿cómo ha sido la experiencia de hacer desaparecer el filtro entre el escritor y el narrador? ¿Dónde has establecido la frontera entre lo que querías contar y lo que querías omitir?

Hasta ahora, en mis obras de ficción, he usado muy habitualmente mis recuerdos y vivencias en uno u otro personaje, pero siempre alterados. Esta vez, decidí que utilizaría mis recuerdos al desnudo, sin ningún tipo de disfraz.

Por otro lado, la frontera entre lo que quería contar y lo que no quería que trascendiera me la ha dictado el instinto. Tenía muy claro que no iba a contar intimidades de mi familia. Mis padres ya fallecieron, pero mi hermana y mi hermano siguen vivos y no he querido invadir sus vidas ni tampoco la mía.

¿Qué te gustaría que el lector pensara sobre “una familia euskaldun, vasquista, antifranquista, cristiana y trabajadora en un barrio humilde de la periferia de San Sebastián” tras leer el libro?

Quisiera trasladarle cómo ha sido la vida en nuestro entorno. Hoy se dice demasiado fácil, ante algún fenómeno, que tal cosa también ocurría en tiempos de Franco. Siempre he sabido que en los libros de historia y en la mayoría de relatos no aparecen familias tan humildes como la mía.

Hoy en día, a raíz de la crisis económica, se oye aquello de que “nuestros sucesores vivirán peor que nosotros”, y en la presentación del libro te rebelaste contra esa afirmación. ¿Crees que algunos miran con demasiada ligereza al legado de generaciones anteriores. ¿Hay algún tipo de relación entre las miserias actuales y pretéritas?

Muchos miembros de nuestra generación idealizan el pasado, como si el paraíso perteneciera a entonces. Por eso dicen aquello de que hay que recuperar los valores. A mí no me parece que haya mucho que recuperar de aquella época.

Las miserias eran más crudas entonces, y estaban más extendidas. Aún así, en aquellos tiempos había gente que vivía muy bien, aunque yo conocía a pocos de esos.