Cerrar

Música

Figura emblemática del jazz

Muere el pianista cubano Bebo Valdés

Redacción

EITB

El artista, referente de la música cubana, ha fallecido a los 94 años, en Suecia. Destaca su contribución a la fusión del flamenco y del jazz, con el álbum 'Lágrimas negras', junto a Diego El Cigala.

0:57

El pianista de origen cubano Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro, conocido mundialmente como Bebo Valdés, ha fallecido en Suecia a los 94 años de edad, según han informado desde la familia.

El compositor, padre del también conocido internacionalmente Chucho Valdés, ha sido un referente mundial de la música cubana y una de las figuras más emblemáticas del jazz latino a nivel mundial.

Establecido en Málaga, Bebo Valdés se había trasladado hace dos semanas a Suecia, donde viven algunos de sus hijos, debido a un empeoramiento de su estado de salud, han precisado fuentes cercanas a la familia.

Bebo Valdés (Quivicán, Cuba, 1918) comenzó a los siete años sus estudios de piano, y, con la mayoría de edad, se trasladó a La Habana para ingresar en el conservatorio, a la vez que se ganaba la vida 'pelando papas' en un restaurante.

En su carrera se distinguen dos etapas. Una primera en Cuba junto a su orquesta Sabor y otra que arranca a raíz de su exilio a Estocolmo a partir de 1960.

Entrada la década de los 40, debutó como pianista profesional con diversas orquestas, y, en 1948, tras un viaje a Haití que marcará toda su trayectoria musical, su carrera tomó impulso al ingresar en el legendario Club 'Tropicana', donde permaneció hasta 1957. Durante esta época, la carrera de Valdés no paró de crecer, y creó su propia 'big band', Sabor de Cuba.

De los inicios de la década de 1950 datan sus 'descargas', sesiones de improvisación de jazz afrocubano, y también por esta época inventó el batanga, un nuevo ritmo que entraba en competencia directa con el mambo de Pérez Prado.

Poco después de la Revolución Cubana, en 1960, emprendió un exilio del que ya jamás regresaría, dejando atrás mujer e hijos. Tras su paso por México y Estados Unidos, hizo una gira por Europa estableciéndose definitivamente en Estocolmo, donde vivió durante más de 30  años.

Tras tres decadas de silencio, volvió a la actividad a los 76 años con Bebo Rides Again y alcanzó una segunda edad de oro gracias a discos como El Arte del Sabor (2001) y sus colaboraciones con el director de cine Fernando Trueba. Con Trueba inició una fructífera colaboración con películas documentales como Calle 54 (2000) o El milagro de Candeal (2004).

Quizá el punto álgido de sus últimos años en la música haya sido su contribución a la fusión del flamenco y del jazz con el multipremiado álbum Lágrimas negras (2002) junto a Diego El Cigala, trabajo distinguido, entre otros, con un premio Grammy.

En 2003, recibió el premio Donostiako Jazzaldia.