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"La Noche Despierta"

Generación de electrosensibles

eitb.com

I.C.

En una sociedad invadida por la tecnología hay personas que deben vivir al margen de ella. Son personas hipersensibles y vulnerables a los campos electromagnéticos.

Insomnio, cansancio crónico, vómitos, dolores de cabeza, escozor de ojos, eccemas... Estos son algunos de los síntomas que padecen las personas electrosensibles: Hombres y mujeres que reaccionan ante la presencia o cercanía de campos electromagnéticos procedentes de routers y redes WiFi, así como de antenas de telefonía móvil, transformadores o aparatos eléctricos.

"En una sociedad invadida por la tecnología hay personas que deben vivir al margen de ella". Así lo ha constatado Francisco Canals, el director de Agencia de Noticias para el Fraude y la Picaresca, en su última investigación. "Hemos querido poner en la palestra que existe un número creciente de personas o consumidores que argumentan, teniendo razón o no, sentir algún tipo de dolencia o trastorno a raíz de esta exposición" a campos electromagnéticos. El Hospital Clínic de Barcelona ha atendido en los últimos tres años a un centenar de pacientes con esta sensibilidad, que se calcula que afecta a una de cada 1.000 personas.

El doctor Joaquín Fernández Solá, médico de Medicina Interna del Clínic, asevera que es difícil hacer estimaciones sobre la prevalencia de estos trastornos, porque no están probados los efectos de los campos electromagnéticos tras un periodo de muchos años. A la pregunta de si las radiaciones son o no nocivas responde sin dobleces: "Yo lo que sí diría es que no sabemos si es saludable. No hay evidencia de que esto sea seguro, y esto me parece grave. Hemos roto cualquier principio de prevención", apostilla Fernández Solá.

Testimonios de víctimas

Las personas electrosensibles deben hacer frente a varias condenas: La principal es su propia enfermedad, pero también deben lidiar con un entorno que, en muchas ocasiones, les califica de alarmistas, hipocondríacos o inadaptados sociales. La incomprensión, en definitiva, cursa como un síntoma más.

Montserrat Ferrer ha llegado a retirar todo el sistema inalámbrico de su casa, pidió a sus vecinos que apagaran el WiFi y trasladó su dormitorio al salón. "La primera y segunda generación de móviles no me afectó", contaba a "La Noche Despierta", "pero cuando pusieron la UMTS empecé a encontrarme mal". Ha llegado a gastarse más de 400 euros en unas cortinas de cobre y plata para protegerse de las emisiones pero asegura que "se han quemado" por efecto de la radiación.

Montserrat Bravo, tras varios cambios de domicilio, ha llegado a la conclusión de que "vaya donde vaya me voy a encontrar la misma historia". "El comentario de mis vecinos era que si estaba enferma fuera al médico y que si esto fuera peligroso estaría prohibido". Montse Bravo ha desarrollado una sensibilidad eléctrica que le permite "notar los cables que pasan por la pared" y una sensibilidad a las radiaciones WiFi que se agrava cuando hay más de 4 o 5 redes activas. "Me quedo sin habla, no puedo pensar. He llegado a tener un ataque en una biblioteca y no encontrar la salida", cuenta Bravo.

Con testimonios como estos, no extraña la proliferación en España de pequeñas empresas proveedoras de tecnología que ofrecen "cortinas anti-radiación o detectores que permiten medir el nivel de intensidad de estas redes en el domicilio" para poder elegir el mejor lugar para el descanso.