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El cementerio nuclear de Viña de Cañas

El municipio conquense, albergará definitivamente el Almacén Temporal Centralizado de Residuos Radioactivos. La localidad ha recibido la noticia con gran alegría asegurando que es una "salvación".

  • Foto: EFE

Año nuevo, vida nueva. Así será desde luego en el municipio conquense de Viña de Cañas, donde se ubicará definitivamente el Almacén Temporal Centralizado de Residuos Radioactivos, tal y como acaba de aprobar el Consejo de Ministros. El proceso de selección comenzó en julio de 2006 cuando el Gobierno publicó un anuncio en prensa pidiendo candidatos.

Está claro lo que contestarían la mayoría de los ciudadanos. A nadie le haría gracia que ubicasen cerca de su casa el almacén donde van a parar los residuos de todas las centrales nucleares de España. Sin embargo, en Viña de Cañas, han acogido su llegada como si les hubiese tocado la Lotería: “es la salvación para la comarca. Dicen que viene un cementerio, pero no es así. El cementerio lo tenemos aquí”. Con alivio y satisfacción, así ha reaccionado el primer edil de la localidad conquense.

Sin embargo, en las localidades limítrofes, la reacción está siendo la contraria. Los alcaldes de estas localidades estudian la redacción de un manifiesto en contra y la posibilidad de presentar un recurso a esta decisión. Han llegado periodistas incluso de Alemania, que no entienden la postura del pueblo.

La forma en la que se ha recibido en Villar de Cañas la llegada del ATC, esta influenciada en gran parte por la crisis por la que pasa la localidad. El almacén supondrá una gran inversión y creará alrededor de mil puestos de trabajo, según el Gobierno de Castilla la Mancha.

Raquel Montón, responsable de campaña nuclear de Greenpeace asegura que se podrían crear los mismos puesto de trabajo pero repartidos por la geografía española, si en vez de un almacén centralizado, se crearán Almacenes Temporales Individualizados (ATI), que, además, son una opción más barata. Entre las infraestructuras, el transporte y el mantenimiento, el gasto estatal para el almacén será de cerca de los dos mil millones de euros, mientras la "alternativa" sería construir cuatro ATI en las centrales de Cofrentes, Vandellós, Garoña y Almaraz, cuyo coste total alcanzaría los cien millones de euros. Además de un riesgo añadido: el que supone transportar hasta allí los residuos radioactivos.

Con la mirada en Garoña

Veinticinco años después de lo sucedido en Chernobyl, la catástrofe de Fukushima hundió a la tecnología nuclear en una nueva crisis existencial y varios países de Europa han puesto fin a su uso civil, mientras que Japón lo ha reducido. En lo que respecta a Euskadi, seguimos mirando hacia Garoña. El Gobierno de Rajoy ha anunciado que permanecerá abierta hasta el próximo año 2019, alargando su vida más allá de lo que ya lo había hecho el ejecutivo socialista, que había decretado su cierre en 2013. Más de 60 colectivos conforman la plataforma Araba sin Garoña y exigen su cierre inmediato. Rechazan los argumentos utilizados por quien dice que no tiene los mismos riesgos sísmicos de sufrir un tsunami que la de Fukushima. El desastre de esta daba argumentos a los grupos ecologistas, porque a su juicio quedaba demostrado el tremendo riesgo de la energía nuclear.