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Boicot a la inyección letal
eitb.com
Algunas farmacéuticas de EEUU han decidido no contribuir a la fabricación de la inyección letal. La polémica está servida.
El estado de Oklahoma ejecutaba el pasado viernes a Gary Roland Welch, de 49 años, sentenciado a muerte por el asesinato de un hombre en 1994. La de Gary ha sido la primera aplicación de la pena capital del año 2012 en EEUU, aunque no será la última. La siguiente ejecución está prevista para el 20 de enero, en el estado de Delaware.
A día de hoy, la inyección letal se aplica en 33 estados de Estados Unidos, aunque hace años que la sociedad estadounidense debate acerca de la abolición de la pena de muerte. Se ha puesto en cuestión, además, la eficacia de la inyección letal como método indoloro, ya que según las últimas investigaciones se ha revelado como un método cruel, que alarga la agonía de los sentenciados.
Según afirma Amnistia Internacional todos los sistemas judiciales cometen errores, “por lo que, mientras se mantenga la pena de muerte, se seguirá ejecutando a personas inocentes”. Desde la organización aseguran, además, que la pena capital también es discriminatoria y a menudo se aplica de forma desproporcionada contra personas pobres, desfavorecidas o marginadas, así como contra ciudadanos y ciudadanas a quienes los gobiernos represivos quieren eliminar.
No más cóctel mortal
Para aumentar la polémica, ahora algunas compañías farmacéuticas han decidido hacer boicot a la inyección, para no contribuir a la fabricación del cóctel mortal. Esta noticia coincide con la condena a muerte, en Irán, de un presunto espía estadounidense o la eventual sentencia a muerte de Mubarak.