Crónica del Fin de Semana
UN AÑO DE PANDEMIA
Cuando el bien común primó sobre el particular en el confinamiento
Enfermeras, cajeras, profesoras, mensajeros o periodistas vivieron con temor pero con responsabilidad los primeros días del encierro en casa para ayudar al resto a superar la incertidumbre del momento
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Las residencias fueron las más afectadas desde el inicio de la pandemia
11:21 min
Esta semana se cumple un año desde que se decretó el confinamiento en casa. El mundo se paraba delante de nosotros con la incertidumbre de qué ocurriría a partir de esos primeros días de marzo de 2020. En Crónica Fin de Semana de Radio Euskadi hemos querido rememorar aquellos fatídicos días con el testimonio de alguno de sus protagonistas.
Nuestra vida, dentro de lo dramático del momento, fue más llevadera gracias al trabajo incansable de enfermeras como Inés Botrán o Juan Miralles. También en las residencias, donde la Covid dejó su huella de manera dramática. Lo sabe muy bien Olga Sánchez, que trabajaba en la residencia Olimpia de Bilbao.
El de los docentes fue otro colectivo que trató de ayudar a que sus alumnos y alumnas no perdieran clase. La tecnología fue el único medio con el que podían conectarse con ellos, lo que en muchos casos les obligó, como recuerda Garbiñe López Dávalos, a dedicarles más tiempo del habitual, siempre con una sonrisa. Había que ayudarles.
Mientras el virus seguía golpeando con fuerza, taxistas como Txema Díaz, de Donostia, colaboraban como podían con los sanitarios, bien llevándoles a donde fuera necesario o portando muestras para su análisis. Esa labor dejó varios contagiados e incluso dos de ellos, no se sabe si por esta labor, fallecieron.
El confinamiento no sería lo mismo sin la información. Lo sabe muy bien Xabier García Ramsden, presentador y editor del Teleberri de Fin de Semana. “No podías derrumbarte” recuerda, mientras reconoce que no fue fácil informar de tanta tragedia.
Los primeros días no serían tampoco los mismos sin la labor impagable de las cajeras, como Karen Martín, de Eroski, de los repartidores como Bihotza Navarro, de T-kimua de Bermeo, o de los voluntarios que animaban a los vecinos creando hasta una radio en Orduña, como lo hicieron Karra Saéz y Haizea Guinea. Y qué decir de los aitas y amas, que no dejaban de inventar cosas para que sus hijos superaran lo mejor posible este momento, como hizo Pablo Urrutia con sus 6 hijos.
Todos ellos han querido recordar con nosotros cómo vivieron hace un año esos primeros días de confinamiento. Ese inicio de la pesadilla que nunca olvidaremos.