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HISTORIAS DE VIDA

Antton Díaz Aramendi: "Me resulta más fácil abrir una cabeza que hacer una tortilla de patatas"

A sus 94 años, el neurocirujano donostiarra y pintor autodidacta inaugura en 'La Zona Gallery' de Madrid su primera exposición en solitario. "Jamás pensé que lo que pintaba iba a salir a la luz pública", confiesa.

  • Antton Díaz Aramendi | Distrito Euskadi

    Antton Díaz Aramendi | Distrito Euskadi

    33:50 min
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Nacido en Donostia en 1928, Antonio 'Antton' Díaz Aramendi ha paseado el nombre de su ciudad natal como neurocirujano reconocido por todo el mundo. Tras estudiar la carrera en las facultades de Medicina de Zaragoza y Valladolid, y la especialidad de Neurocirugía en su ciudad natal, vivió un tiempo en La Habana.

Díaz Aramendi ejerció su profesión en el otrora Hospital Provincial de Gipuzkoa. En 1960 participó, de hecho, en la primera intervención quirúrgica realizada en el recién inaugurado complejo hospitalario: una leucotomía. Posteriormente fue Jefe de Servicio de los hospitales Carlos Haya en Málaga y Virgen de la Vega en Salamanca, antes de recalar en el Hospital Universitario de Cruces, donde ejerció durante los últimos 24 años de profesión. A lo largo de su trayectoria también ha recalado en Canadá, Japón, Bruselas o Francia, viajes que siempre le sirvieron para seguir aprendiendo. Aún a día de hoy reconoce que le resulta más fácil "abrir una cabeza, que hacer una tortilla de patatas".

Primera exposición individual

Como pintor autodidacta, Antton Díaz lleva toda la vida enfrentándose al lienzo como aficionado. "He pintado con la más absoluta libertad" y "por pasarlo bien", asegura. Lo que jamás pensó es que sus creaciones saldrían a la luz pública, pero a partir del 7 de septiembre una galería madrileña acogerá su primera exposición individual: una colección de obras abstractas que han sido creadas entre los últimos 20 años del siglo pasado y la actualidad. "Ahora que sé que se van a ver tengo mi gusanillo y la vanidad me pica". 

Ni la neurocirugía ni el arte... Su mayor orgullo, la familia. Y sus creencias y el sentido del humor, la gasolina que le han mantenido vivo.