Distrito Euskadi
NO HAY PLANETA B
“Siempre hay una ventaja en consumir cercano, pero no necesariamente es más sostenible”
Agustín del Prado, investigador del BC3, subraya que debemos transitar hacia una alimentación saludable y climáticamente sostenible en la que se tenga en cuenta el sistema productivo que hay detrás de cada alimento.
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Lo que comemos también tiene un impacto medioambiental.
21:42 min
Se dice que somos lo que comemos, pero en esa afirmación, se nos olvida que el calentamiento global que vive nuestro planeta también es fruto de lo que comemos. De hecho, los sistemas alimentarios europeos son responsables del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero del continente. Para tener alguna esperanza de cumplir con el objetivo central del Acuerdo de París, que es limitar el calentamiento global a 2°C o menos, nuestras emisiones de carbono deben reducirse considerablemente, incluidas las provenientes del sistema alimenticio.
En esa línea se pronuncia también Agustín del Prado, investigador del BC3, quien apunta que debemos hacer una transición hacia dietas mucho más equilibradas y climáticamente sostenibles. El investigador recuerda que ya en 2019 el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), dio unas pautas para este tipo de dietas, basadas en alimentos de origen vegetal y en ciertas cantidades de origen animal que estén producidos por un sistema que genere menos emisiones. Además, dentro de esas pautas, tenemos que tener en cuenta "no solo lo que comemos, sino lo que tiramos" e intentar reducir nuestra cantidad de alimentos desechados.
En cuanto a la procedencia de los alimentos, el investigador del BC3 destaca también que porque un producto sea KM0 no quiere decir que sea "necesariamente más sostenible". En cualquier caso, reconoce Agustín del Prado, entre las ventajas de las producciones cercanas está que "por lo menos sabemos que hay una legislación detrás con unos mínimos".