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Malpensando

Hablar por móvil tapándose la boca

Jose Antonio Pérez Vuelve a poner su estileta sobre ciertas costumbres insólitas de difícil interpretación.

  • 1:18 min
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Primero llegaron los móviles. Seguro que se acuerda, eran como ladrillos y a todo el mundo le daba vergüenza sacarlos en la calle. Luego la vergüenza cambió de bando y lo intolerable era no tener móvil. Si es usted uno de esos resistentes que sigue tirando de fijo y fax habrá notado, sin duda, que un bicho raro.

Con los móviles llegaron una serie de nuevas costumbres, como escribir mensajes todo el rato y comprobar, cada dos minutos, si el mundo se había acabado. Pero la costumbre que más me gusta es más… digamos, elitista. Seguro que usted no lo hace, porque está al alcance de muy pocos. Solo la practican políticos, deportistas de alto nivel y chorras en general. Me refiero a esa cosa tan esnob de taparse uno la boca cuando habla.

Cuando veo a algún individuo haciendo eso por televisión me lo imagino diciendo: "si hay huevos en la nevera, cenamos tortilla". En realidad da igual lo que diga porque ese mero gesto, el de taparse la boca, dota a la conversación de una solera y una exclusividad que ya quisiéramos los mindundis para nosotros. La eleva hasta la clase alta de las conversaciones, la vuelve una llamada de alta gama. Solo con taparse la boca un poco se vuelve uno más atractivo, más elegante y más interesante.

Desde ahora, que lo sepan, voy a empezar a taparme la boca cuando hable por teléfono. No vaya a ser que me lean ustedes los labios mientras pregunto a mi madre a ver qué le han dicho en Osakidetza.