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Malpensando
Pobre Santo Tomás
José Antonio Pérez, pone del revés la actualidad de la semana. Malpensando, un minuto diferente que este domingo va sobre el Santo Tomás. ¿Qué pensaría de la celebración que realizamos en su nombre?
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Imagínese que es usted un discípulo de Jesús. Que se pasa años siguiéndole por montes y por valles, soportando insultos y burlas. Y que luego, con Jesús ya muerto, sigue usted predicando Su palabra. En definitiva: que dedica toda su vida a Dios y lo hace tan bien que hasta le nombran santo. Luego pasa el tiempo y alguien, por lo que sea, elige su día en el santoral para hacer una feria agrícola.
Hasta aquí todo correcto. Pero entonces, pasados los años, la feria en cuestión se acaba convirtiendo en un desmadre de borracheras, vomitonas en las aceras y meados en los portales. Imaginen la cara que se le quedaría. Pues esa es la cara que se le habrá quedado al pobre Santo Tomás donde quiera que esté.
He pensado largamente en esta peliaguda cuestión teológica y, ¿saben lo que creo? Creo que es un castigo divino. Porque Santo Tomás, se lo recuerdo, fue aquel que no se acababa de creer la resurrección de Jesús. Ni siquiera al verle se la creyó, ya ven qué tío más desconfiado; tuvo que meter los dedos en la llaga del costado para convencerse. Sospecho que, en ese preciso instante, Dios pensó: "este se va a enterar". Y ya saben cómo acaba la historia. Con meados en los portales en honor al apóstol.
Pobre Santo Tomás.