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Opinión
La Columna de José Félix Azurmendi (07.06.2014)
JFA
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La abdicación de Juan Carlos I, iniciativa popular 'Gure Esku Dago' y apunte sobre Roland Garros
Es obligado hablar también de la abdicación de Juan Carlos I a favor de su hijo Felipe, en aplicación de la ley sálica, una norma de origen francés que veta a las mujeres para el trono y fue excusa para las guerras carlistas. Todo tan francés como la aquitana Casa de Borbón. Para las dinastías reales, de origen divino todas ellas, lo de menos es de dónde se venga y qué suerte de cruces y cruzas les antecedan. Al respecto, sólo añadiré que Juan Carlos estrenó dinastía, la del Movimiento, instaurada como tal por Franco para que no hubiera dudas sobre quién tutelaba aquello; añadiré que resulta muy significativa la preocupación por aforarlo, y también la unanimidad elogiosa y cortesana con la que la llamada gran prensa está tratando este asunto.
Gure Esku Dago
En esta víspera de la cita, todo el mundo da por supuesto que va a ser un éxito sin precedentes. Hace un par de semanas todavía, ningún político había sentido la necesidad de anunciar públicamente que tomaría parte en la cadena, eso sí, como un ciudadano más. Detrás de esta previsible enorme movilización hay gente que lleva mucho tiempo trabajando, calladamente, eficazmente. Sólo en los últimos días, cuando se ha hecho clamor, se han escuchado las adhesiones públicas, no fuera que pareciera que aquello no iba con ellos. Los padres de la idea tuvieron muy claro desde el primer momento que no buscaban la adhesión de los partidos políticos. Que se trataba de una movilización ciudadana en la que cabía todo el quisiera, votara a quien votara o no votara a nadie, y en la que nadie debía buscar réditos partidarios.
La cadena empieza en Iruña y acaba en Durango
Empieza en Iruña y acaba en Durango. O si se prefiere, empieza en Durango y acaba en Iruña. O no empieza ni termina en lugar alguno, porque la unión de tramos es simultánea. Es cierto que algunos han querido compararlo con aquella Marcha de la Libertad de 1977 en la que columnas de marchistas surgidas de diferentes puntos de Euskal Herria confluyeron en las campas de Arazuri, cerca de la capital navarra. En ese punto, los protagonistas fueron los “extrañados”, aquellos excarcelados de ETA trasladados a diversos países de Europa, con el suelo patrio vetado. Estaba al frente de ellos, de Mario Onaindia, Xabier Izko, Teo Uriarte y compañía, Telesforo Monzón, que ya había aparecido dos días antes con ellos en el patio del Colegio de los Jesuitas de Durango. Aquello, por cierto, acabó como el rosario de la aurora, a palos. Y no fue a mayores de milagro: gracias la intermediación de un cura. Nada que ver, desde luego, con lo de mañana, ni por el recorrido ni por las circunstancias, y porque el protagonismo es en todo caso colectivo.
Un apunte de tenis
Un apunte sobre la tenista venezolana Garbiñe Muguruza Blanco, porque venezolana es, aunque la prensa española se empeñe en no verla así. Garbiñe nació en Guatire y se inició en el Club Mampote, antes de que toda la familia se trasladara a la Escuela de Tenis de Sergi Brugera, en Catalunya, al ver que Garbiñe, y sus hermanos mayores Asier e Igor, prometían. Ha sucedido con otras familias, con otras dinastías. Los Muguruza Blanco, como tantos otros deportistas de élite y de hijos y nietos de europeos sin más, se han beneficiado de la posibilidad de viajar con un pasaporte europeo, y punto.
Ahora bien, si Garbiñe se hubiera llamado Gladys, y sus hermanos Jonathan y Alexis, por ejemplo, la cosa hubiera pasado más desapercibida. Porque a la hora de valorar los sentimientos, el apellido no marca, pero el nombre, sí. En el Neguri de siempre hay muchas familias con ocho apellidos vascos y todos los nombres castellanos, ingleses, franceses o alemanes, pero nunca vascos. En Euskadi hay también muchas familias con todos sus apellidos castellanos, y todos los nombres de los vástagos vascos. ¿Será acaso por casualidad?