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Opinión

La Columna de José Félix Azurmendi (31.01.2015)

La política también está tormentosa. ¿Podemos hablar de una segunda transición? ¿También vienen tiempos de cambio radical para Euskadi? El papel de los medios de comunicación.  

¿También la política está tormentosa?

Es difícil en este sábado tormentoso hablar de otra cosa que no sea el viento, las lluvias torrenciales, las nevadas amenazantes, pero como también de poner la mirada en la semana que termina se trata, se me ocurre que lo que muchos ven como amenaza, también se puede ver como oportunidad. Acabo de oír, por cierto, que las energías alternativas han sufrido merma por la falta de viento y lluvias de los últimos meses.

Nadie pone en duda ya que vienen nuevos vientos y nuevos tiempos. El ejemplo de Grecia, esa cuna de Europa que algunos ignorantes creen prescindible, va a tener continuidad en otros pueblos y otras gentes, empezando seguramente por los mediterráneos. Para entender la transición en el Estado español de una dictadura a una monarquía sui generis es indispensable recordar la situación entonces de Portugal, Italia, Francia y Grecia. Portugal se acababa de deshacer de los militares a fuerza de tiros de claveles. También los griegos acertaron mal que bien a sacudirse a sus coroneles y, de paso, a sus reyes. En Italia, el Partido Comunista era hegemónico y mantenía buenas relaciones con el sector progresista de la Democracia Cristiana. En Francia, un socialista que todavía lo era, Mitterrand, llegaba al poder con ideas renovadoras y anuncio de nacionalizaciones. Ante este amenazador panorama, los poderes fácticos de aquí y allí decretaron una urgente y modélica transición a la española.

Son muchos, en efecto, los que hablan ahora de una segunda transición.

Más que de segunda transición hablaría yo de un replanteamiento radical, con nuevos protagonistas, nuevas ideas, ilusiones renovadas, que desmientan esa idea tan interesadamente extendida de que no hay alternativa, de que sólo hay una manera de hacer las cosas, se hagan en nombre de la derecha o se hagan en nombre de la izquierda. Es oportuno recordar que fue Margaret Thatcher, misis T.I.N.A. (There is not alternative) la que hizo de la repetición de esta idea eslogan para dar por supuesto que el mercado, el capitalismo, la mundialización, son fenómenos necesarios, y que cualquier otra vía estaba destinada al fracaso.

Ella lo hizo eslogan, pero otros muchos, tras el fracaso del modelo soviético en especial, lo han venido socializando sistémica y sistemáticamente. Grecia, y tras ella otros pueblos de Europa, pueden estar en puertas de desmentir a los TINA de todas las latitudes. Algunos de los movimientos y decisiones aceleradas de los partidos que Podemos llama de la Casta invitan a pensar que así lo están entiendo ellos también. No se me ocurre otra explicación para ciertos pactos, acuerdos, medidas  y decretos.

¿También para Euskadi cambios radicales?

Lo que viene tiene sus particularidades vascas. Euskadi tiene asuntos pendientes que se explican en su reciente historia, pero no se va a librar, ni falta que hace a mi juicio, de esta marea que recientemente un sensato político como Mitxel Unzueta calificaba de maremoto en los micrófonos de Radio Euskadi. Dani Alvarez se ha tomado el trabajo de contactar y en algún caso resucitar a políticos veteranos alejados de la primera línea de diferentes adscripciones e ideologías. Han coincidido todos en que se requiere un cambio profundo y también en que está ya en marcha, guste o no. Han coincidido también en que aquella Transición no fue tan ejemplar como se quiso. Ha dicho Ortzi, uno de los contactados por el periodista, que los vicios del actual régimen español estaban ya anunciados en ella. Sin llegar a tanto, todos han aceptado el fracaso de las políticas y de los políticos, y la necesidad de cambio.

Los medios de comunicación jugaron y juegan un papel importante

Los medios de comunicación jugaron un papel clave en la socialización de aquella Transición. Los medios de comunicación, con la aportación de recientes y novedosas tecnologías, están haciendo creíble el cambio de hoy. Lo que no ha cambiado son las tentaciones fiscalizadoras, las amenazas a la libertad de expresión, que han tenido esta semana una muestra en la propuesta de veto de un colaborador ocasional de ETB-1 porque militó en ETA. Si el haber militado en ETA fuera motivo suficiente para ello, ¿cuántos más deberían darse por vetados? ¿O es que sólo cuenta la militancia a partir de una fecha? ¿Habría que incluir también a los que militaron o se beneficiaron de la dictadura? Semejante despropósito es a mi entender una muestra más de los nervios de algunos, de su preocupación por lo que viene.