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Opinión

La Columna de José Félix Azurmendi (14.02.2015)

Mitificación de la figura de Joseba Sarrionandia. Semana política y judicialmente convulsa. El futuro Museo de las Víctimas de Vitoria.  

Mitificación de la figura de Joseba Sarrionandia

Ha pasado por Euskadi Irratia y Radio Euskadi Asier Etxeberria para promocionar la entrevista que le ha hecho a Joseba Sarrionandia para Sautrela, un excelente programa de televisión  sobre literatura euskeldun que ha tenido que conformarse en esta ocasión con la voz y renunciar a la imagen, por necesidades del guión, por las condiciones expuestas por el entrevistado. De Sarrionandia no se conoce en los medios más que una foto de un joven barbudo, de escasa calidad, que no serviría para reconocerle treinta años más tarde. Es muy probable que los servicios secretos españoles tengan otras más recientes, es posible que alguno de los amigos que le ha visitado en Cuba las tengan también, pero oficialmente Sarri es ese joven barbudo de aspecto tímido cuya imagen aparece cada vez que publica un libro, cada vez que gana un premio, cada vez que se convierte en noticia.

Le han preguntado a Asier por la mitificación de la que es objeto Joseba y ha respondido éste que sí, pero no precisamente por culpa del afectado, que ha mantenido en todos estos años una discreción ejemplar, solo rota por el libro de turno que veía la luz. Algún día, alguien se animará a hacer la película de Sarri, la de su tocata y fuga, la de su refugio caribeño, que será también la película de Imanol, de ETA, de la Euskadi de estos tres decenios. Hay mimbres sobrados para ello, pero entre tanto nadie le puede garantizar a Joseba Sarrionandia que un tribunal de manos limpias español no le devuelva a la cárcel a pesar de que su causa está a todas luces prescrista. La Administración española ha vuelto a dar muestras esta semana de esa voluntad vengativa, al devolver a prisión a personas con causas sobreseídas, con largas penas cumplidas.

Ha sido ésta una semana política y judicialmente muy convulsa

Ha sido una semana muy agitada, pero seguramente no más que las que nos esperan en este año especialmente electoralista. Cada día de esta semana ha habido noticia de algún escándalo nuevo, de nuevas tensiones en los partidos, de intervención judicial contra políticos, administradores y banqueros, pero no incluiría yo en esa relación al caso Angel Toña. Su aspecto de hombre de fiar se ha visto avalado por el hecho insólito de un apoyo unánime de todos los sindicatos de este territorio y alguna patronal. Cuando Angel Toña Guenaga, ondarrés con ascendencia guerniquesa que el Toña evidencia, ha sido nombrado consejero del Gobierno Urkullu, alguien ha creído oportuno airear que estaba condenado por un acto irregular que para la mayoría de los afectados era no sólo defendible, sino loable. No sé lo que dirá esa comisión  ética cuyo examen debe superar, pero entiendo que el lehendakari le mantenga en el cargo y que la opinión pública, si existe, ya le haya absuelto.

El futuro Museo de las Víctimas de Vitoria quiere ser algo más que un museo

Se ha conocido esta semana que el futuro Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo que se levantará en Gasteiz contará también con un espacio dedicado a las víctimas de la que se llama guerra sucia contra ETA. Así consta en el informe que ha presentado la Comisión de Expertos designada por el Ministerio del Interior. El ministro Jorge Fernández Díaz asegura que las propuestas que ha formulado la comisión sobre el Memorial, junto a las que también formulen las víctimas, serán la piedra angular del proyecto. El grupo de trabajo apuesta por que el centro sea algo más que un museo y provoque una reflexión sobre la violencia injustificada que han sufrido las víctimas contribuyendo de ese modo a la deslegitimación del terrorismo. Se presenta como la mayor novedad del documento que la nueva institución dedique una parte de su espacio a las personas asesinadas por la acción de los autodenominados Grupos Antiterroristas de Liberación, por el Batallón Vasco-Español y los GRAPO. Para los torturadores y sus mandos no hay nada previsto. Me parece a mí que esta iniciativa, como otras similares, está condenada a languidecer en la medida que los fondos públicos provean, y al olvido en cuanto esos fondos y estos ministros desaparezcan.