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Opinión

La Columna de José Félix Azurmendi (07.03.2015)

JFA

Fútbol, política y corrupción, todo junto y revuelto, muy revuelto. Las elecciones que vienen.

Esta semana parece obligado hablar de fútbol, política y corrupción, todo junto y revuelto. Muy revuelto

Dicen algunos en medios de comunicación españoles que Athletic y Barça quieren jugar la final de Copa en el Bernabeu para fastidiar al Real Madrid y sus socios, que no es lo mismo que fastidiar al Madrid real, al pueblo de Madrid, ese que ya antes supo acostarse monárquico y levantarse republicano, cuando no revolucionario. A Felipe VI, que se estrena como rey de Copas, le ha caído un marrón, porque se celebre donde se celebre esa final entre catalanes y vascos, nada le va a librar de una pitada sonora a su persona e himno. El padre toreaba bien estos lances, dedo inhiesto y graciosas peinetas. Hay curiosidad por ver cómo torean el hijo y la nuera.

Nadie da un duro por el triunfo del Athletic, pero con estar en la final ha alcanzado ya un objetivo que su insistente mal hacer de la temporada en modo alguno anunciaba. Ernesto Valverde ha preservado así su bien ganado anterior prestigio, tan cuestionado hasta por los más devotos en las últimas semanas, y podrá irse de Bilbao con la cabeza alta, y tal vez con una sonrisa, que hay que ver qué poco las prodiga.

Para ganarle al Espanyol de Barcelona -¿alguien se imagina, por cierto, un equipo con semejante denominación de origen en Euskal Herria?-, el Athletic hubo de recurrir a su estilo de siempre, al trabajo de equipo, que es lo que se venía echando en falta en los planes del entrenador. Un amigo que de esto sabe mucho, que ha sido jugador y entrenador y tiene mucho sentido común, me ha venido repitiendo que Valverde parecía no haberse dado cuenta de que en este vestuario hay que cuidar a los titulares y a los reservas, contar con toda la plantilla y no despreciar a nadie. A nadie.

Habíamos anunciado hablar de fútbol, política y corrupción…

Al decirlo estaba pensando naturalmente en el Osasuna Fútbol Club. Se habla ahora del ‘caso Osasuna’, una entidad que se presentó como modélica y que en pocos años ha pasado a constituirse en la suma más escandalosa de irregularidades y delitos administrativos y deportivos, y seguramente de derecho común. Como en el ‘caso Caja de Ahorros de Navarra’, se anuncia para el de Osasuna una inevitable derrota y desaparición, sin honra y sin barcos, porque amaños y apaños no evitaron la derrota.

En este caso, y en otros con el territorio navarro de escenario, se repiten una y otra vez prácticas y rostros. Que en Nafarroa, un territorio de algo más de 600 mil habitantes, se conocen todos es mucho más que una frase y sus gentes conocen muy bien a los directivos denunciados y a la red con la que han venido moviéndose en cuasi-impunidad. No se puede entender lo que ha sucedido sin reparar en quiénes estaban en el Gobierno, quiénes en la CAN y quiénes en las sucesivas directivas del Club. Pronto habrá ocasión de comprobar si los navarros están sacando de todo esto las conclusiones pertinentes y aciertan a depositar su traicionada confianza en otras personas más honradas, más merecedores de ella.

Las elecciones que vienen

Este año es especialmente electoral en todo el Estado español. Ha arrancado ya la campaña de Andalucía y luego vendrán las de las municipales, las autonómicas, las forales, las generales, con nuevos rostros y propuestas, con el cambio como principal lema, con la promesa de regeneración como principal oferta. Es un año de oportunidades, un año para sacar tarjeta roja y expulsar del terreno de juego a los corruptos y sus prácticas.