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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (12/09/2015)

José Félix Azurmendi

Diada de Calalunya 2015. Comunicado de familiares de víctimas de diferentes signos de la violencia y el terrorismo.

Tx. ¿Qué reacciones percibes en Euskadi de la Diada de ayer y del proceso catalán en general?

JFA. Para eludir la guerra de cifras que siempre se produce en una manifestación multitudinaria, no me parece acertado en el caso de ayer en Barcelona recurrir a decir que se manifestaron miles de personas. Cualquiera que haya reparado en las imágenes de la Diagonal debería estar de acuerdo en que hubiera sido más correcto, para no entrar en la guerra, hablar de cientos de miles, que es algo muy distinto.

Le he oído al portavoz del Gobierno Vasco que la institución que representa observa con respeto y distancia el proceso catalán, y ha subrayado que la situación de vascos y catalanes es distinta. Yo hubiera esperado que Erkoreka se estuviera refiriendo al Concierto Económico, pero lo que le he oído es una referencia a que los catalanes no han sufrido la violencia de ETA y no tienen que afrontar sus consecuencias. He entendido mejor el argumento del presidente del EBB, su distanciamiento a la hora de pronunciarse sobre la vía catalana a la independencia, habida cuenta de su vieja relación con Unió, con la que ha compartido décadas de pertenencia a la Internacional Demócrata Cristiana y a la que se augura, por cierto, un futuro muy negro.

El secretario general del Partido Socialista de Catalunya, Miquel Iceta, entre paso y paso de marchoso baile, ha reconocido que en su país hay un problema político grave y que una revisión de la ponencia constitucional se hace inevitable. No me imagino a Idoia Mendia diciendo algo así, no al menos en este momento, pero lo que ya está sucediendo en Catalunya va a obligar a todos a tomar postura, también y sobre todo a los partidos vascos.

Tx. Ayer se conoció un comunicado de familiares de víctimas de diferentes signos de la violencia y el terrorismo.

JFA. Quince familiares de víctimas de la violencia y el terrorismo de distinto signo, agrupados bajo el nombre de Eraikiz, han hecho público un comunicado dirigido a los partidos políticos, a los medios de comunicación, a la sociedad vasca. La representatividad puede ser discutible o estimarse insuficiente, pero no su buena intención. Habrá más iniciativas parciales, más propuestas, más lecturas, porque el relato unívoco de un enfrentamiento armado y sus consecuencias en ningún caso y lugar ha sido posible.

Entre tanto quiero recoger una petición de Sabino Ormazabal, Bertha Gaztelumendi, Andrés Krakenberger y Jon Mirena Landa, todas ellas personas de enorme solvencia moral, para que quien pudiera aportar algo de luz sobre la desaparición en Iparralde de tres jóvenes gallegos en marzo de 1973 la hiciera llegar a sus familiares.

Según una versión verosímil, habrían sido confundidos con policías cuando se desplazaban a San Juan de Luz a festejar una despedida de soltero. Los cadáveres de dos policías fueron recuperados en un bunker de la costa de Iparralde un año después de su desaparición en abril de 1976, pero de los tres vecinos de Irun nunca se tuvo ya noticia. Los firmantes de la petición manifiestan que esta información mitigaría el dolor y la angustia de las familias y sería un importante paso que ayudaría al proceso de paz y libertad y podría abrir el camino para aclarar los casos de otros desaparecidos de otros signos.

Tengo la impresión de que el llamamiento ha pasado cuasi inadvertido y se merece una especial atención.