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Opinión
La columna de José Félix Azurmendi (26/09/2015)
José Félix Azurmendi
Semana repleta de acontecimientos: Debate de Política General, detenciones de Baigorri, el Papa Francisco...
Tx. ¿No dirás que no han pasado cosas esta semana?
Como es natural, lehendakaris y presidentes llevan largos textos escritos cuya lectura consume la primera parte de los Debates de Política General. Luego intervienen los representantes de los partidos, de menor a mayor, y concurren también con textos cuyo contenido ha sido elaborado previamente al margen del descargo del lehendakari. Las intervenciones que siguen atienden más a la obligación de rebatir, que a proponer nuevas ideas fruto de un debate que se hubiera podido tener, si el texto inicial del jefe de gobierno se hubiera hecho llegar previamente. Seguramente en ningún Parlamento se hace así, pero valdría la pena tomarlo en cuenta.
El discurso del lehendakari Urkullu contaba con novedades importantes que hubieran merecido una reflexión previa, y no me refiero solo a la que algunos han llamado “ocurrencia” del concepto de “nación foral”. El discurso de Hasier Arraiz no fue uno más o para salir del paso: contenía conceptos de peso que una lectura previa hubieran dado, por ejemplo, para un debate en profundidad sobre la violencia como la peor opción en cualquier caso. Si Gorka Maneiro sentía la necesidad de dejar constancia de su terrible idea del Gobierno y sus incapacidades, lo podía haber hecho saber previamente sin desmedro. Si Idoia Mendia quería explicar que gracias a los socialistas el Gobierno había enmendado su desastroso primer año, haberlo hecho saber previamente no le habría perjudicado. Si Arantza Quiroga aspiraba a que no quedaran dudas acerca de su lectura del estado del Estado de las Autonomías y del Ejecutivo vasco, que se hubiera conocido antes de entrar a la sesión no le habría restado valor. En fin, que una sesión que hubiera podido ser histórica quedó en una con historias.
Tx. ¿Por qué dices que hubiera podido ser histórica?
Porque todos los elementos estaban dados. Se acababan de producir las detenciones de Baigorri, operación a la que el Ministerio del Interior español le había dado, no sin contradicciones, el rango de certificado de defunción de ETA. Se esperaba a representantes del Grupo Internacional de Contacto. Se estaba en la víspera de un encuentro del lehendakari con la presidenta de Nafarroa que ni pintada para hablar de vías forales y Euskal Herria como región foral. Sobrevolaban los escaños las inminentes elecciones catalanas planteadas y confirmadas en la práctica por el Estado como plebiscitarias.
El Papa Francisco iba camino de los foros internacionales dejando amarrado en La Habana un acuerdo de paz en Colombia lleno de lecciones para todas las paces. Se estaban conociendo datos escandalosos sobre el comportamiento y las tropelías de las grandes empresas trasnacionales y de dirigentes político-empresariales que se pretendieron modélicos, muy adecuados para un debate sobre la omnipresente crisis económica y social. Podía haber sido un debate histórico, del que hoy algunos solo parecen recordar esa ocurrencia propia de Mortadelo y Filemón, en elaborada definición de un dirigente socialista del concepto de nación foral.
Tx. ¿Algo más a modo de esa coda a la que nos tienes acostumbrados?
El corresponsal de EiTB en París puso de relieve el otro día el carácter de santuario-trampa para ETA en el que se ha terminado convirtiendo Iparralde. La enviada especial de EiTB para informar sobre los detenidos de Baigorri ha explicado que, como es costumbre en los militantes de ETA, se estaban negando a responder a los policías. ¿Tiene alguien dudas de por qué prefieren la trampa de Iparralde a la de Hegoalde?