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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (24/10/2015)

José Félix Azurmendi

Congreso del PPE. Reflexiones sobre el Proceso de Paz.

Tx. Te ha llamado la atención la amplia representación de la derecha europea en el congreso del PPE tenido en Madrid, al que antes asistía el PNV

JFA. En una familia donde caben Silvio Berlusconi y Víctor Urbán es mejor que no esté el PNV. El Partido Popular Europeo ha celebrado su Congreso en Madrid con el propósito expreso de apoyar a Mariano Rajoy en vísperas electorales. Han venido todos, Merkel al frente, y también estos dos indeseables personajes, que sirven para poner en evidencia la deriva de aquel PPE sustentado en y por la Internacional Demócrata Cristiana. El Partido Nacionalista Vasco fue de la familia desde el principio, y también Unió, que ahí sigue, en tanto los electores catalanes no le borren del mapa. Al PP español le costó entrar, pero José María Aznar consiguió que lo aceptaran y consiguió que al PNV se le hiciera insoportable su presencia en la Internacional Demócrata Cristiana primero, y en el Partido Popular Europeo después.

Me tocó asistir profesionalmente al Congreso que el grupo celebró en Atenas en 1992. El PNV concurrió con una amplia, casi exagerada, representación y el PP, representado por José María Aznar y Juan José Lucas, estuvo de oyente, haciendo méritos. Me tocó a mí la presentación de un Aznar y Lucas en vaqueros a dos de los dirigentes jeltzales, cuando nos topamos con ellos de frente a la salida de un ascensor. Unos días antes, el candidato Aznar había estado de campaña en Bilbao, había participado en un almuerzo con él en el Ercilla y me reconoció de inmediato. Me preguntó por Arzalluz, a sus anchas allí entre tanto alemán, me pidió que le trasmitiera su interés por saludarle, pero el interés no era entonces mutuo. Aquella pareja de aspecto insignificante voló alto y llegó hasta donde se sabe. Lucas ha estado en el Congreso de Madrid, pero Aznar ha preferido ausentarse a los Estados Unidos.

Tx. El semanario Argia ha publicado un suplemento preguntándose si existe aquí un Proceso de Paz.

JFA. Argia publica periódicamente suplementos, casi siempre en forma de entrevistas, bajo el título de Larrun. Esta semana lo ha dedicado al Proceso de Paz y ha entrevistado con buen tino a tres personas que aúnan a su gran experiencia una enorme autoridad moral. Ha entrevistado a Carlos Martín Beristain, a Jon Mirena Landa y a Mariano Ferrer. La respuesta a la pregunta es sencilla y unánime, no hay proceso de paz, pero el resumen de sus respuestas es imposible. No me duelen prendas en animar a que lo lean en su integridad y me atrevo a recoger alguna de las ideas a modo de sugerente aperitivo.

Dice el doctor en Psicología Carlos Martín Beristain que la manipulación política de las víctimas es muy negativa y así lo advirtieron y subrayaron las víctimas de ETA, GAL y torturados reunidos en Glencree; dice que se debe apelar a la autoridad moral, pero no como arma arrojadiza, sino al servicio de la autocrítica. Dice el catedrático Jon Mirena Landa que el preso se debe liberar del control ideológico; sostiene que en los casos de víctimas de ETA se ha avanzado bastante, pero en las policiales, parapoliciales y de torturas, no tanto; afirma que es precisa una autocrítica pública del colectivo político, y no solo la del colectivo de presos. El periodista Mariano Ferrer opina que la izquierda abertzale le debe una explicación al pueblo; que al Estado le ha venido bien ETA para contener la conciencia independentista; y reprocha a la izquierda abertzale no haberse dado cuenta de lo que pasaba, y si se daba cuenta, no haberlo contenido. Dicen mucho más, todo interesante, y se puede leer en Larrun de Argia de esta semana.

Tx. Son ideas que enriquecen la reflexión

JFA. Como lo son las de Alfredo Pérez Rubalcaba cuando sostiene que detrás del alejamiento entre ETA y Batasuna, clave a su juicio para el final de la violencia, no se encuentra ninguna autocrítica de la izquierda abertzale, ni el repudio moral, sino “el puro y frío análisis estratégico”. Como son las de Jesús Eguiguren cuando reconoce al País Vasco como “el territorio más pacífico de España” y defiende que existe una convivencia importante, sin violencia ni crispación ni insultos, y con reconocimiento de las víctimas del terrorismo.

Los dos saben de qué hablan.