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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (26/12/2015)

José Félix Azurmendi

Reflexiones antes los resultados de las últimas elecciones

TX. ¿Has tenido tiempo y humor para digerir los resultados de las últimas elecciones?

Obviando lo evidente sobre el panorama incierto que han dibujado en el Estado, fijándome en Euskadi y revisando lo que escribí el pasado sábado, diré que en efecto podía darse en esta ocasión una lectura distinta del voto útil entre el electorado abertzale. Lo que ni yo ni nadie pudo imaginar es que la presencia de Podemos fuera tan destacada como para constituirse en la más votada de la Euskal Herria sur. Podemos no tiene entre nosotros ni caras reconocibles por la mayoría ni aparatos ni maquinarias, lo que no le ha supuesto un inconveniente para sumar adhesiones. Se podría pensar incluso que le ha beneficiado, porque así cada quien se lo podía imaginar a través de modos y rostros atrayentes de Madrid y Barcelona, y no de figuras más o menos grises y conflictivas del país. Ya saldrán nuevos rostros para las próximas elecciones, ya se adelantan algunos nombres para el Parlamento vasco y la lehendakaritza, rostros reconocibles por su presencia mediática y su buen hacer. Ya aflorarán también sus problemas, porque en ningún sitio faltan oportunistas.

Tx. El éxito de Podemos se acompaña del fracaso de EH Bildu

Así es y algunas cuestiones se me ocurren al respecto. Tras sus desastrosos resultados, el presidente de Sortu Hasier Arraiz ha prometido una reflexión profunda para modular, reformar y adaptar el proyecto a la realidad social. ¿Se refiere a EH Bildu, a Bildu o a Sortu? ¿Habla en nombre de la coalición o en nombre del partido que preside? ¿Comprometen sus palabras a EA, Aralar y Alternatiba, o solo a Sortu? ¿Qué se debe entender hoy por izquierda abertzale, la histórica, la más o menos socialdemócrata, la que se incorpora como corriente crítica de Izquierda Unida?

No es esta cuestión la más importante sobre la que tiene que reflexionar lo que Arraiz representa, pero tampoco estaría mal que de paso, y aprovechando que poco hay que repartir como consecuencia de los últimos resultados, clarifiquen una unidad popular que es percibida por muchos como una unidad de aparatos de partidos que han ido perdiendo base y sentido tras la desaparición de la actividad de ETA.

Tx. ¿Y qué es lo más importante que debe ser objeto de reflexión?

Está claro que es Sortu la que aporta a la coalición más votos y tal vez más de los desaciertos que pueden explicar la debacle, y como hecha en nombre de Sortu habría que tomar la declaración de Hasier Arraiz. Sus manifestaciones al calor y el dolor del conocimiento de los resultados tendrían que ir a mi juicio más allá de promesas de modulación, adaptación, reforma. La izquierda abertzale, la que la opinión pública identifica como tal, debería pensar más en rupturas que en reformas internas, sin las urgencias de las nuevas elecciones ya en puertas, aprovechando el liderazgo y sensatez de Arnaldo Otegi y Rafa Díez, cuya puesta en libertad está próxima, y tras una correcta, fría y meditada lectura de los resultados electorales, pueblo a pueblo, barrio a barrio.

Basta con asomarse a alguno de ellos para entender que los votantes de Podemos han hecho una enmienda a la totalidad a sus modos de hacer política, de designar representantes, de presentarse o ausentarse en sociedad. Hay dos cuestiones claves a mi entender que son prioritarias en esa reflexión. Son cuestiones que vienen de lejos, si no es que explican toda su vida política: la democracia interna y la doble cuando no triple militancia con la que ha venido funcionando. Hay hoy mecanismos y tecnologías que permiten y animan la participación en la elección de los representantes. Hay modos para llevar a la práctica la democracia directa sin apriorismos, sin dedazos, sin cuotas, sin manipulaciones de los aparatos.

La base de la izquierda abertzale es madura, responsable, firme. Si quieren salir del agujero y diseñar y liderar el futuro, deben darle la palabra.